Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad, oh virginal Israel.
Te edificaré de nuevo; ¡sí, serás reedificada!
De nuevo tomarás panderetas y saldrás a bailar con alegría.
Volverás a plantar viñedos en las colinas de Samaria, y quienes los planten gozarán de sus frutos.
(Jr 31)
Porque te quiero,
te exijo.
Te miro,
y alumbro
caminos pendientes
canciones no escritas,
abrazos que guardas.
Porque te amo,
te busco.
Y veo
en ti,
la pasión que a veces escondes,
el amor que te habita,
una fuerza que ni tú comprendes.
Porque te conozco,
te pido
que no te conformes
con ritos vacíos,
con leyes absurdas,
con palabras ya enterradas,
con dioses de papel,
o evangelios de saldo.
Te llamo, te urjo,
te propongo
que quieras,
que creas
y ames.
Como yo,
que te quiero,
te creo,
te amo.
(José María R. Olaizola, SJ)