Nuestros planes y los de Dios.

Decidimos, planificamos, pensamos… y no dejamos sitio a la voluntad de Dios, no ponemos su luz en medio de aquello que nos ocupa.

Los planes de Dios son fecundos, dan fruto abundante, engendran vida. Nuestros planes hablan de egoísmos, de repudiar, de abandonar, de esconderse…

José cambia sus planes por los de Dios, descubre que aquello que pasa en su vida lleva la mano de Dios, se convierte en fiel a la promesa de Dios, responde con amor a lo que Dios le pone delante. Su historia personal se convertirá en ejemplo para todos nosotros de una justicia diferente, la del amor. Estamos todos elegidos para ser protagonistas del plan de Dios, ¿te apuntas a vivir este maravilloso sueño?