OID, CREED Y ABRAZAD LA PALABRA DE DIOS
* Oír la palabra de Dios y practicarla, cumpliendo en todo su voluntad, es la piedra firme, el cimiento inconmovible, la base segura de tu perfección.
* Oíd, creed y abrazad la palabra de Dios. Que esa palabra divina oída bien, creída firmemente y abrazada en vuestros corazones, fructifique de tal manera que os hagáis imitadores de aquella primera Iglesia de Cristo.
* Vivir el Evangelio. Dar esa sensación de que es posible en el mundo vivir ese espíritu perfectamente; ser prolongación de Cristo, resucitarlo a los veinte siglos y vivir la misma vida de los primitivos cristianos.
* Tenemos todos un gran programa: es el programa que el Maestro de Nazaret nos trazó en su admirable discurso de la montaña, y que luego nos repiten minuciosamente todas las páginas del Evangelio.
EL JESÚS DE LA «BUENA NUEVA»
* Consigna: Que el Evangelio –Jesús en su Palabra- y la Eucaristía –Jesús en su Persona real- te arrebaten, te conquisten, te cautiven.
* La Buena Nueva que trae Jesús es el fundamento de su reino. Él es la verdad, y su reino es reino de justicia y verdad. Él es el camino, y Él es quien marca la ley, la moral y la recta senda de la vida a todos los hombres. A eso ha venido al mundo y éste será el gran programa de su divina misión.
* Aunque no le vemos, Jesús, hoy como ayer, tiene poderoso imán para mover y arrastrar los hombres a sus filas. Por poco que se le estudie en las páginas del Evangelio o se le aficione el alma en el sagrario, el divino Maestro influye con fuerza irresistible en el espíritu.
* Era Jesús vivo resplandor de la doctrina que salía de sus labios; la Palabra misma, viva y ardiente, que llegaba hasta la médula de las personas sedientas y anhelantes. Todo el que la recibía con piedad y buena voluntad quedaba cautivo.
Consigna: Aunque su doctrina te resulte fuerte, difícil y contraria a tus gustos, Él, Jesús, será más fuerte y poderoso para vencerlo todo y llevarte consigo.
* El Evangelio es para ti el gran libro: el Evangelio contemplado, meditado y aplicado a tu vida práctica, a tu espíritu.
1144. Sois hijos de la luz y del día desde que la luz del Evangelio comenzó a clarear en vuestras vidas.
* El Evangelio es la santidad vivida, porque el Evangelio es Cristo viviendo, y Cristo es la santidad viviente. Jesucristo a través de su Evangelio es, pues, el ideal magnífico de santidad.
* La enseñanza de Cristo fue, y continúa siéndolo, el Evangelio. El Evangelio no es otra cosa que Jesús vivido. Jesús se mostró como un libro abierto, y dio y enseñó todo lo que encerraba.
* El Evangelio nos enseña a Jesús en su vida, en su acercamiento a los hombres, en su intimidad e imitabilidad, como modelo y ejemplar de nuestra vida.
* Jesús es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Y como Él, lo es igualmente su Evangelio, puesto que el Evangelio es el mismo Cristo viviente, en cuadros vivos; y quien vive el Evangelio, vive la vida de Jesús, ya imitando los rasgos de su vida, ya también participando de su misma vida divina por la gracia, la fe y la caridad.
* Jesús, el del Evangelio, ése es el Jesús verdadero, el auténtico, el real; Jesús maestro, amigo, sencillo, familiar, íntimo, asequible, encantador…
* Si fuese conocido bien y a fondo el gran libro del Evangelio, también sería conocido, como el que es, nuestro Redentor Jesús. No se medita el Evangelio. De ahí que para muchos, a través de los siglos, Jesús sea el gran desconocido.
* Jesucristo es el ideal cumbre del cristiano; su figura excelsa, modelo de vida, la encuentra en el Evangelio con rasgos perfectamente imitables. El auténtico cristiano no quiere a otro Jesús que el que allí se le ofrece tal y como es y como fue.
* El Evangelio es atrayente para el sabio y para el ignorante. El Evangelio es profundo y, al mismo tiempo, sencillo. El Evangelio es doctrina, es manjar condimentado para toda clase de personas, aun las más tiernas, sensibles y delicadas. El Evangelio es Jesús vivido y rezuma vida. Vivir el Evangelio es vivir de nuevo a Cristo Jesús.
* Leer el Evangelio como se lee un cuento o una simple historia, sólo para recrearse o entretenerse, es casi una profanación. No basta leerlo para ilustrarse, para adquirir conocimientos interesantes y exactos. Para leer bien el Evangelio se requiere el concurso de una fe viva que nos alumbre y que, a través de sus sagradas páginas, nos haga ver a Jesús viviente, en su perfecta realidad.
* ¿Todo un Evangelio de maravillas no te basta a ti para que veas toda la grandeza y belleza de Jesús, y creas en Él?
Seleccionó Manoli Rojo (AJM)