La llamada que viene de Dios ‒Belleza Absoluta‒, ¿no es acaso una invitación a reproducir esa Belleza infinita en la medida, pequeña y limitada, de la vida de cada uno de los llamados?
Y la animación vocacional, por consiguiente, ¿no es un itinerario de belleza, de su búsqueda, de educación para percibir los signos de sintonía estética con el Sumo Esteta? Y la elección vocacional, ¿no es en última instancia la decisión de conformar la propia vida a la Belleza Suprema, reproduciendo de algún modo alguno de sus fragmentos?
Cada animador vocacional, por lo tanto, debería ser un creyente profundamente «tocado por la Belleza», y no solo por la Belleza divina que atrae hacia sí misma y fascina, como punto de llegada, sino también por la belleza del camino de búsqueda de la misma, de sus etapas, y hasta de su fatiga… Porque es bello buscar y bienaventurado es el que se pone a la búsqueda del Señor.
Para seguir reflexionando sobre el tema:
El libro intenta profundizar en el tema que subdividiéndolo en tres partes. En la primera reflexiona sobre el significado de la belleza entendida, más que en sí misma, como camino, via pulchritudinis, justamente, que conduce o debería conducir en una determinada dirección.
A continuación, en la segunda, afronta la cuestión más pedagógica, pero todavía general, de la pedagogía de la belleza.
Y finalmente, en la tercera, de la pedagogía específicamente vocacional de la belleza.