SABIDURÍA E INTUICIÓN EN ANTONIO AMUNDRAIN
La sabiduría es como una lámpara que ilumina nuestras opciones morales de todos los días y nos conduce por el camino recto «que sabe lo que es grato a tus ojos y lo que es recto según tus preceptos» (Cf. Sb. 9).
El libro de la Sabiduría nos muestra como, en todos los ámbitos de nuestra vida, podemos descubrir palpable esta virtud, la sabiduría, siendo guía en el camino de un cristiano y de una manera mucho más persuasiva e insinuante en la vida de un fundador. Así se pone de manifiesto en D. Antonio que tuvo la capacidad de penetrar en el sentido profundo del ser, de la vida y de la historia, yendo más allá de la superficie de las cosas y de los acontecimientos para descubrir el significado último, querido por el Señor para su vida y para los demás.
«Dios concede su espíritu y distribuye sus dones en la medida de sus designios… Todos tenemos una vocación; y ella responde a la economía de gracias y reparto de dones, que hemos recibido…» (L 35, IV, 75)
«Es voluntad de Dios que seáis santos; no se contenta Dios con una vida floja y semipagana, sino que seáis verdaderos santos. Vuestra vocación, al ser llamados a la fe, es nada menos que a la santidad… San Pablo, desde su primera epístola comienza a marcar a sus primeros cristianos el camino hacia las cumbres de la santidad… Es, pues, hoy como ayer, voluntad de Dios que nos santifiquemos, y esta voluntad y llamamiento de Dios es para todos; San Pablo no distingue entre los fieles de Salónica; a todos se dirige y a todos intima esta voluntad de Dios» (L.47, IX)
Como se intuye la presencia de Dios en la vida, así D. Antonio intuyó y acogió la insinuación del Espíritu para llamar a muchas almas a vivir la santidad virginal en medio del mundo.
«Desde aquí lanzamos una idea muy pequeñita, muy sencilla, muy escondida…Era una idea vaga, una palabra, un ideal… un misterio: las líneas de una Obra, que ninguno de los que estábamos sabíamos lo que iba a ser… Ellas y yo no éramos más que meros instrumentos, que nos habíamos dejado en las manos de la Providencia. Y si algo nuestro podemos atribuirnos, diremos el haber seguido cuando Dios nos empujaba. Seguimos, seguimos viendo el secreto de ese impulso, que… es para las almas» (L34, XI, 287s).
«Pero, cuando Dios quiere hacer una de las suyas, toma un instrumento que apenas sabe discurrir, y ciegamente, con un empujón de su gracia eficaz, lo lanza al campo, y ese instrumento, sin pensar en fracasos ni en éxitos, se mueve por donde Dios le lleva y le guía. Y se hace; se hace lo que Dios quiere hacer; y así se ha hecho la ALIANZA.» (L35, V, 98)
Intuición para reconocer la voz de Espíritu entre muchas voces, sabiduría para hacer realidad el proyecto de Dios. Gracias, Padre, por saber conjugar en tu vida contemplación y trabajo, escucha y disponibilidad.
Mª Carmen Ontiveros (AJM)