ANTONIO AMUNDARAIN.
EL ARTE DE LA MIRADA ESPIRITUAL
Quienes lo conocieron destacan, entre otras cualidades, su mirada profunda, su observación cálida, sin avasallar, como quien acaricia y espera lo mejor de lo que mira u observa.
Esa fue su mirada en este mundo, un recrearse en lo que “podía ser si…”
Si…estrenáramos la mirada cada mañana,
Si…nuestra alma se alimentara del “Maná” celestial de los
Sacramentos,
Si…contempláramos con capacidad de sorpresa a la Virgen
Inmaculada,
Si…tuviéramos las gafas de la modestia,
Si…nuestras pupilas se confundieran con la paz,
Si…la luz que dejáramos entrar en nuestro corazón fuera Las
Bienaventuranzas,
Si…la santidad fuera la sencilla semilla que se
cultivara cada día en el jardín de la alegría,
Si… soñáramos como niños inocentes,
Si…descubriéramos la belleza de la castidad,
Si…apostáramos por la fidelidad en el matrimonio como por un
gran tesoro,
Si…la fecundidad de la vida consagrada fuese danza de
amor de mil colores, que abrazara el mundo entero,
Si… (…) podemos seguir ampliando…. sólo hace falta UNA
MIRADA NUEVA, ESPIRITUAL, como la de él.
Y por suerte, la tenemos, LA TENEMOS QUE DESCUBRIR, porque
está.
Sí, está en todos.
Y eso espera de quienes estamos con él, lo conocemos y
comulgamos con el camino que nos propuso para que el mundo
llegara a ser lo que ES: un reflejo limpio de su creador.
“Sólo los limpios de corazón son capaces de VER a Dios,
porque sólo ellos poseen el don que ilustra, acerca y une”
(Antonio Amundarain)
Cristina Y.J.