«¿También vosotros queréis marcharos?»
Simon Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? *Tú tienes palabras de vida eterna*; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»
(Jn 6)
Pasarán los dramas que hoy parecen absolutos, se apagarán los fuegos que arden en torno. Las heridas en carne viva dejarán de escocer.
Pasarán los recuerdos que a ratos nos aprisionan, los que nos alzan al cielo y los que nos atan al suelo duro y frío.
Vendrá la calma tras la tormenta que a veces sacude nuestros cimientos.
Pasarán los momentos de dicha que uno aferra con avidez. También ellos se irán, dejando en la memoria gratitud difusa por esa posesión que ya nadie podrá arrebatarnos.
Olvidaremos mil nombres.
Las urgencias de ahora serán humo, desvanecido en el viento.
Pero seguirá Tu voz. Y tu evangelio. Y la Historia de Amor que despliegas en estas historias nuestras, tan humanas y tan llenas de Ti.
Señor, no nos dejes olvidar tu Palabra, que nos muestra la ruta hacia lo eterno.
(José María R. Olaizola sj)