Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
(Ap 5)
Mi Señor, tú que me has elegido para amar, concédeme la gracia de amar sin esperar nada.
De salir fuera y mirar: quién necesita, quién espera, quién llama, quién grita, quién es más preferido ante tus ojos. Ayúdame Señor y no me dejes hacer distinción.
Todos somos tus hijos, diversos en razas, religiones y pensamientos, y, sin embargo, todos tenemos cabida en tu mesa fraterna.
Que no sea yo, Señor mío, quien aparte a nadie de tu mesa.