Acto académico: «El apasionante camino del Amor: Vicente Garrido Pastor, sembrador de Cristo e impulsor del laicado femenino»

14 Mar, 2022 | Cátedra Iglesia, Secularidad Consagración, Institutos Seculares

Para las que no estuvieron presentes, y mientras nos llega el material en papel y en video de la pasada jornada académica de la cátedra en Valencia con las Obreras, os comparto esta nota que hemos publicado en nuestra web. Espero que la lectura os sirva para abrir boca… fue una jornada estupenda en todos los sentidos.

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El pasado 10 de marzo se celebró en Valencia, en el Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón, la jornada académica de la Cátedra “Iglesia, Secularidad, Consagración” de la CEDIS en la Universidad Pontificia de Salamanca. Pudimos contar con la presencia del Cardenal Arzobispo Mons. D. Antonio Cañizares que inauguró el acto y del profesor José Ramón Matito Fernández, encargado de la Cátedra de la Facultad de Teología de la UPSA y coordinador de la cátedra de CEDIS anteriormente citada.

En la introducción del acto el prof. José Ramón Matito quiso destacar la idea de la promoción de la mujer, de lo femenino, de la Mujer con mayúscula, que fue lo que llevó a cabo D. Vicente a lo largo de su vida y en su obra apostólica, y no la falsa idea que en este campo nos quieren imponer algunos sectores de la sociedad.

Posteriormente continuó la aportación de María José Castejón Giner, presidenta de la CEDIS, que contextualizó la situación actual: la aun presente pandemia, la actual invasión de Ucrania por parte de Rusia y el hecho de que algunas instituciones estén decreciendo, por la reducción de sus miembros, pero no de la misión. En este punto quiso destacar la existente comunión de todos los Institutos Seculares dentro de los actos y encuentros organizados por la CEDIS en los que parecen en ese momento un mismo Instituto.

María José también nos invitó a mirar con agradecimiento a los fundadores y fundadoras, que fueron hombres y mujeres que, como D. Vicente, en su momento histórico, también vivieron situaciones semejantes a las nuestras como: la gripe española, la Guerra Civil española o dos Guerras Mundiales. La presidente de CEDIS destacó lo apasionante de sus vidas, su pasión por Dios y que gracias a su impulso muchos de nosotros seguimos a Jesucristo y nos invitaba a reconocer, reparar y reconducir la realidad: se necesita personal para transformar el mundo desde dentro.

Posteriormente tomó la palabra María José Bonora que agradecía la presencia de tantos miembros de Institutos Seculares en el acto: vuestra presencia hoy en Valencia es signo de comunión.

Tras el acto de presentación intervino el primer ponente, el obispo de Sant Feliu de Llobregat, D. Agustín Cortés Soriano con el título de la conferencia: El mundo recuperado. La inspiración de D. Vicente.

Mons. Agustín Cortés comenzó preguntándose qué quiere decir mundo para D. Vicente Garrido y en qué forma lo vivimos, desde el mundo de la posmodernidad y del post Concilio Vaticano II, desde la pertenencia a la Iglesia.

Una primera idea destacada de su discurso fue el conflicto existente en el mundo, que en realidad es un lugar bello, entre la voluntad de Dios creador y lo que hacemos los hombres, en el que la humanidad no será aniquilada ni destruida sino transformada, según expresión de Santo Tomás de Aquino y su concepto conversio.

En este marco histórico se formó D. Vicente: en un tiempo previo al Concilio Vaticano II, en el que se comienzan a asumir ideas teológicas del resto de Europa y otras ideas filosóficas del mundo contemporáneo. Un momento social en el que no se luchaba contra el mundo, sino que se asumía una teología repensada sin perder la esencia, como se ve en la Constitución Apostólica Lumen Gentium y la Constitución Pastoral Gaudium et spes. En este contexto, Mons. Agustín Cortés, indicó como el postconcilio ha vuelto a una nueva polarización, sesgando de este modo la intuición y síntesis del Concilio Vaticano II, por lo que hizo referencia al término de mundanización que ya usó Benedicto XVI y ahora el Santo Padre Francisco. En este sentido señalaba como los Institutos Seculares debían tener una visión positiva para aprovecharlo en una buena dirección, en contra de un aburguesamiento de la fe y las instituciones, que sería nuestra mundanización, por lo que nos invitaba a ser accesibles al mundo, que está en maduración, para poder llevar el anuncio del Evangelio, la proyección de la fe…

A este respecto Mons. Agustín Cortés afirmaba que estamos viviendo un tiempo de tensión y tomaba una frase profética de D. Vicente Garrido pronunciada en 1972: el ansia de novedad hoy en día en lo espiritual se manifiesta en el sentimentalismo. Con esta frase hacía una incursión en su pensamiento y en su idea de la recuperación del mundo, propia de un cristiano inserto en su momento histórico, que es creer en Jesucristo sin salir del mundo, siguiendo la más auténtica tradición joánica de la recapitulación de todas las cosas en Cristo y establecer en el mundo el Reino de Dios.

Don Vicente pone las bases del Instituto Secular de las Obreras de la Cruz en el año 1934, en plena Segunda República, en la que existe un claro conflicto en la relación entre mundo e Iglesia, viviendo y respirando el momento eclesial del momento, también presente en la Acción Católica. De este modo, para D. Vicente Garrido, se trata de una respuesta secular al momento presente, para cristianizar el mundo sin salir de él, con memoria creativa.

Para finalizar su intervención Mons. Agustín Cortés habló de la espiritualidad de D. Vicente. Así citaba su secularidad evangélica que reafirma que el Reino de Dios es espiritual y lo implantamos en el mundo; un segundo punto fue describir su asunción eucarística de la mundanidad, para ser transformada en Reino de Dios: en la medida en que un miembro de la Iglesia vive el espíritu del Señor está transformando el mundo, como la Iglesia que está en el mundo para salvarlo con la justa autonomía de lo temporal, y por último nos habló de la presencia sacramental en el mundo en la que un consagrado en el mundo es más del mundo con el cultivo de su vida espiritual y también de su presencia tanto en la cultura, como la encarnación.

En conclusión, todo lo resumió en su amor a la cruz: amor, sufrimiento y cruz para ser fieles a Cristo sin huir del mundo y llevando la cruz en la tensión, entre las exigencias del mundo y de Dios; y en su devoción eucarística tan arraigada en las Obreras. La eucaristía según D. Vicente no es sólo una presencia, es lo que somos nosotros: la presencia de lo humano que se transfigura en Cristo.

Después de un primer descanso tuvo lugar la intervención de Dña. Elisa Estévez, profesora en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Comillas, con el tema Mujeres discípulas y apóstoles en los inicios del cristianismo. La profesora hizo una clara y concisa explicación del hecho de la existencia de numerosos estudios realizados en los últimos años sobre la presencia de las mujeres en los orígenes del cristianismo y, concretamente en su exposición, se ciñó a los siglos I y II.

Dña. Elisa comenzó relatando como el evangelio abrió puertas de amistad, en el significado de este término en el mundo antiguo, a los convocados por el resucitado, centrando la vida personal de hombres y mujeres en acogida, en fe y experiencias compartidas. De este modo Cristo y su reino se fundan en una amistad recibida, de vivir lo mismo tanto en dones espirituales como materiales.

Continuó su intervención citando los evangelios que muestran un elenco de mujeres, fundamentalmente en los relatos de la resurrección, de carne y hueso que están hasta el final y en las apariciones. Esta selección de los recuerdos configuran también la primera comunidad cristiana. La profesora destacó como ellas son testigos y sus lamentos están en el origen de la tradición de la Pascua contribuyendo de este modo a la formación de la tradición sobre la muerte, pasión y resurrección de Jesucristo. Cita como quedan excluidas del liderazgo pero que aun así es innegable su testimonio cualificado de la resurrección, como es el ejemplo de María Magdalena de la que todos coinciden en decir que en el encuentro con el Resucitado ella es apóstol de los apóstoles.

Posteriormente cita otros nombres o figuras femeninas como el recuerdo del Evangelio de Mateo y el episodio de la curación de la suegra de Pedro que se trata de un relato vocacional con motivo de una curación. Destacan también Andrónico y Junia, su mujer, y ambos son definidos como apóstoles; o bien como el Señor abrió el corazón de Lidia; Tecla se considera a sí misma sierva de Dios; también aparecen figuras como Prisca, Cloe, Ninfas, María de Juan Marcos, Evodia y Síntique o Febe de Céncreas, mujer diácono, que San Pablo llena de atribuciones.

La profesora Elisa Estévez señala como al principio se vinculan al cristianismo mujeres ricas que abren sus casas a las reuniones de cristianos. Se tratan por tanto de casas privadas que se convierten en lugares fundamentales para el crecimiento en la fe, recibían a los apóstoles, se oraba, se celebraba la eucaristía teniendo en cuenta que en torno a la casa se desarrollaban todas las relaciones sociales del momento, no como la concebimos ahora. Esta estructura permite por tanto a las mujeres un campo de acción fundamental, como libertas y no como élite. Se convierten sus casas en núcleos generadores de iglesias domésticas, teniendo sin dudarlo, una clara matriz femenina al ponerlas a disposición del cristianismo.

Las mujeres adquieren funciones de bienhechoras. En la primera generación cristiana ellas son colaboradoras en la misión de Pablo, en sus grupos de trabajo formados por hombres y mujeres, grupos de colaboradores, que procede del griego synergos (colaborador) junto con el verbo afanarse haciendo ambos términos referencia a las tareas de liderazgo en los grupos de San Pablo (Romanos 16), por tanto ellas reciben la misma categoría que Timoteo y San Pablo las distingue por su diligencia, colaboración y trabajo, además de reconocer en ellas la capacidad de amonestar y corregir, de modo que tienen autoridad y educan a sus comunidades con la enseñanza.

Para finalizar la jornada académica intervino María José Bonora, Directora General del Instituto Secular Obreras de la Cruz, que haciendo referencia a las intervenciones anteriores de Mons. Agustín Cortés y la profesora Elisa Estévez nos sitúa en un tiempo similar a los primeros siglos del cristianismo, en el que la fe vuelve al ámbito privado y a los templos. María José nos indica como hemos llegado a un secularismo que no necesita a Dios para explicar sus realidades y que es en esta posmodernidad, viviendo la reducción purificadora, en las que nos preguntamos cuáles son los caminos de futuro por los que nos llama el Espíritu Santo.

Centra su exposición en la última carta del Papa Francisco a los Institutos Seculares con motivo del 75 aniversario de la promulgación de la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia.

En un primer punto nos habla de los retos y actualidad de los Institutos Seculares de los que el Papa los cita como desafíos y como síntesis revolucionaria todavía. Nos llama a admitir lo que significa y se concreta en la secularidad consagrada y a su vez nos anima a examinar la tendencia por la que polarizamos algunos de los dos aspectos: en los años 70 se acentúa la secularidad, la profesión, lo público, pero posteriormente, en el tiempo de San Juan Pablo II se tiende a dar más importancia a la consagración y los consejos evangélicos.

María José Bonora señala como en esta carta el Papa pone énfasis en la consagración, pero no en los votos, sino en la consagración esencial que es el bautismo y en su vivencia radical y nos anima a vivir en el mundo haciendo presente a Cristo: desde dónde hacemos lo que hacemos, desde un corazón que pertenece a Jesús. Por tanto, la pertenencia se expresa viviendo de Cristo, de su íntima compañía, en sus pensamientos, para su gloria y para las almas: no nos hace santas nuestro voluntarismo, sino sabernos suyas aun con nuestros defectos.

En un segundo momento, María José Bonora, desarrolla la idea de cómo la ideología no salva, sino que en realidad nos salva una persona que es Cristo: Ganar adeptos, cumplir normas, el hacerlo siempre así es más fácil y termina siendo una ideología. Así nos llama a no institucionalizarnosno perder la capacidad de adaptación propia de los Institutos Seculares. ¿Para qué fuimos llamados como Institutos Seculares?.

Nuestro rasgo distintivo es la secularidad de estar en la Iglesia y el mundo como semilla, en lo escondido de las realidades temporales, en el poder contenido en nuestras realidades pequeñas y frágiles frente a nuestra lógica humana que busca lo grande y el poder institucional haciendo así énfasis en el primado de la vida cotidiana, de lo ordinario dentro de la masa que tenemos que fermentar siendo así el lugar más propio para nuestra santificación el de la vida ordinaria, en la historia de la humanidad, conduciéndola hacia el Reino.

María José nos animaba también a ver a Dios dónde cuesta verlo de entrada pues tendemos a huir de la realidad: cuando nos falta fe y caridad es necesario bautizar la realidad. A más espiritualidad más incorporación de la realidadUna fe que no humaniza no es digna de llamarse fe.

Para concluir nos explicaba como hoy en día el movimiento de salida, que hace tiempo nos indicaba el Papa Francisco, debe ser inverso, es decir, meter en la Iglesia el mundo deshaciéndonos de ciertos pensamientos ya que estamos pagando el precio de una formación ideologizada sea conservadora o progresista, y por tanto nos hemos de formar como personas discernientes, caminando juntosSed testigos que atraigan nos dice el Papa. D. Vicente Garrido también nos dice: atraed, no espantéis a la gente del camino de Cristo: haced fácil el camino de Dios.

Con esta intervención finalizó el acto académico que se convirtió en un encuentro intenso y de mucho fruto para los asistentes que una vez más hizo sentir a todos los miembros de Institutos Seculares presentes como uno solo, junto con el resto del público, sacerdotes y colaboradores de las Obreras de la Cruz.

 

 

 

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