Via crucis de la Iglesia

16 Abr, 2022 | Liturgia, Semana Santa

Via Crucis de la Iglesia P. Ángel de Buenafuente Para descargar aqui.

Via Crucis de la Iglesia

Introducción – Profecía de Jesús

“«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.” (Lc 21, 8-19)

Consideración:

Seamos realistas, no doloristas, y siempre esperanzados

Primera Estación: Los discípulos son encarcelados

“Entonces el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.” (Act 5, 17-18) “La plebe se amotinó contra ellos, y ordenaron que les arrancaran los vestidos y que los azotaran con varas; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.” (Act 16, 22-24)

Consideración

“Cuando os conduzcan para entregaros, no os preocupéis por lo que habréis de decir; decid lo que se os inspire en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que habléis sino el Espíritu Santo.” (Mc 13, 11)

Segunda Estación: Ayudar a llevar las cargas

Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo. Pues si alguien cree ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Y que cada uno examine su propio comportamiento; el motivo de satisfacción lo tendrá entonces en sí mismo y no en relación con los otros. Pues cada cual carga con su propio fardo. (Gal 6, 2-5)

Consideración

“El amor es para las ocasiones, no para los rincones.” (Santa Teresa)

Tercera Estación: Las caídas de los primeros cristianos

“No podéis beber del cáliz del Señor y del cáliz de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿O vamos a provocar los celos del Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él? La nada de los ídolos y la conciencia del otro «Todo es lícito», pero no todo es conveniente; «todo es lícito», pero no todo es constructivo. Que nadie busque su interés, sino el del prójimo.” (1Cor 10, 21-24)

Consideración

“Vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo.” (1Tes 1, 6)

Cuarta Estación: Los discípulos oran junto a María

“Entonces se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.” (Act 1, 12-14)

Consideración

Contamos con el acompañamiento de María, la Madre de Jesús. “La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser alimentada mil doscientos sesenta días.” (Apc 12, 6)

Quinta Estación – Los cristianos eran solidarios

“El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.” (Act 4, 32-35)

Consideración

Hoy nos edifican los voluntarios que prestan sus destrezas. “Que cada uno de nosotros busque agradar al prójimo en lo bueno y para edificación suya.” (Rom 15, 2-3)

Sexta Estación – La presencia de la mujer en la Comunidad

“El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: «Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa». Y nos obligó a aceptar.” (Act 16, 13-15)

Consideración

Ejemplo de ternura, sensibilidad, y valentía. “Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.” (Col 3, 12-13)

Séptima Estación – Las dificultades comunitarias

“La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no deis pábulo a la carne siguiendo sus deseos.” (Rom 13, 12-14)

Consideración

Somos hijos de la Luz. “Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.” (1Tes 5, 4-5

Octava estación – La mediación cómplice

“La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.” (At 13, 49-52)

Consideración

No todo da igual. “Temo que, cuando vaya, Dios me vuelva a humillar entre vosotros y tenga que llorar por muchos que pecaron antes y no se han convertido de la inmoralidad, el libertinaje y el desenfreno en que vivían.” (2Cor 12, 21)

Novena Estación – Los pecados de la Comunidad

“No puedo alabaros, porque vuestras reuniones causan más daño que provecho. En primer lugar, he oído que cuando se reúne vuestra asamblea hay divisiones entre vosotros; y en parte lo creo; realmente tiene que haber escisiones entre vosotros para que se vea quiénes resisten a la prueba. Así, cuando os reunís en comunidad, eso no es comer la Cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho. ¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a la Iglesia de Dios que humilláis a los que no tienen? ¿Qué queréis que os diga? ¿Que os alabe? En esto no os alabo.” (1Cor 11, 17-22)

Consideración

No pactar con la mediocridad. ¡Maldito quien haga con desgana | la tarea que encargó el Señor! (Jr 48, 10)

Décima Estación – la soledad del Apóstol

Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: «Id en paz, abrigaos y saciaos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro (Sant 2, 15-17) “En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron” (2Tm 4, 16).

Consideración

Respetar nuestros cuerpos. “Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas; y vestiduras blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio para untarte los ojos a fin de que veas.” (Apc 3, 18)

Undécima Estación – Los sufrimientos del apóstol

“Nunca damos a nadie motivo de escándalo, para no poner en ridículo nuestro ministerio; antes bien, nos acreditamos en todo como ministros de Dios con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo. (2Cor 6, 3-10)

Consideración

Mi luz es la Cruz, la herida es el don. “Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.” (1Cor 1, 22-24)

Duodécima Estación – Muerte del primer mártir

“Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios». Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Luego, cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Y, con estas palabras, murió.” (Act 7, 55-60)

Consideración

Paradoja del Evangelio, morir para vivir. “Nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda.” (Rom 5, 3-5)

Décimo tercera Estación – Nacidos de mujer

“Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.” (Gal 4, 4-7)

Consideración

Somos familia de Dios. “Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.” (1Cor 12, 19)

Decima cuarta Estación – Entierro de Esteban y persecución

“Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo, por su parte, se ensañaba con la Iglesia, penetrando en las casas y arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres.” (Act 8, 1-3)

Consideración

Saber sembrar, para cosechar. “Poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido.” (1Pe 4, 10)

Decimoquinta estación – Discurso de Pedro

Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. (Act 10, 37 – 42)

Consideración

Para mayor gloria de Dios. “Si uno habla, que sean sus palabras como palabras de Dios; si uno presta servicio, que lo haga con la fuerza que Dios le concede, para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.” (1Pe 4, 11)

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