«El culto de los santos en la tradición católica es no sólo señal de respeto y de fugaz invocación a flor de labios en cada vez menos frecuentes ocasiones de la vida, sino conversación viva del alma, escucha atenta a las lecciones preciosas, a las enseñanzas que los santos nos dan de luz, alegría y estímulo. Sancti tui, Dominé, benedicent Te!»
(San Juan XXIII. 29-6-1961)