Semillas sobre el Espíritu Santo

1 Jun, 2014 | Escritos de D. Antonio Amundarain

Espíritu Santo

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Tu vida de acción ha de tener, como soberano regulador, la luz y la virtud del Espíritu Santo. Muévete siempre guiado por Él.

Dones

* El don del Espíritu Santo se comunica con maravillosa profusión en estos tiempos de tanta oscuridad y confusión en que vivimos.

* Es preciso poseer en alto grado el don del Espíritu Santo para conocer las astucias y sofismas del terrible enemigo, para no dejarnos engañar y seducir por sus ocultas y disfrazadas marrullerías.

* El don de Dios es la vida interior, que no se siente si no se vive, y no se vive si uno no se recoge.
El don de Dios es la gracia divina que vivifica el alma.
El don de Dios es la infusión del divino Espíritu.
El don de Dios es el fuego interior que, como un sol resplandeciente, cae sobre el entendimiento, al que ilustra y capacita para ver y comprender las cosas divinas.

Frutos

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* El que un buen cristiano que huye de las falsas alegrías pueda tener consuelos, es un misterio para los mundanos. Mas Dios cumple su palabra, enviándonos el Consolador, el cual sabe trocar en gozo las lágrimas, y las tristezas en dulce alegría.

* Señal inconfundible para conocer la acción del Espíritu Santo es su moción a la vida de austeridad y mortificación. La vida muelle, cómoda y de regalo, la vida de placeres y de libertad de los sentidos, no la ha inspirado jamás el Espíritu Santo.

* La oración y el sacrificio jamás han sido estériles en un alma que va unida a Dios; el espíritu de Dios se derrama en ella y éste siempre es fecundo, pues es la misma fecundidad de Dios.

Inhabitación

* Que el Espíritu Santo que mora en nosotros nos guíe siempre al templo; que el don de su luz nos ilumine para que tengamos la dicha de ver, de reconocer y de penetrar el gran misterio del altar; que su plena posesión nos extasíe; que el exceso de su gozo haga estallar de amor nuestro corazón.

María

* Esta tierra, María, ha sido abonada sin tasa ni medida por la divina y santificante gracia. Tierra santa, llena de gracia, en la cual trabaja, como divino y celestial hortelano, el mismo Espíritu Santo.

* María no vino al mundo a predicar la venida del Mesías, sino a darle al mundo. Toda la misión de María, en su máximo fundamento, estuvo en el misterio de la Encarnación. Formada Ella en la escuela del Espíritu Santo, por su virtud y operación completamente sobrenatural, concibió al Verbo en su mente y en sus entrañas y le dio al mundo.

* La descendencia bella y gloriosa, después de Jesús, la descendencia inmediata de la Inmacu1ada, como la rama del tronco, la flor de la planta, el fruto de la flor, la descendencia que triunfa de la serpiente y aplasta con valor su cabeza, es aquella de la cual ha dicho el Espíritu Santo: ¡Oh qué bella y hermosa es la casta generación con claridad!

* La primera flor de la celestial virtud de la virginidad fue plantada en el mundo por el Espíritu Santo en el corazón de María. El mundo era un erial y no había tierra ni clima para tan delicada flor hasta que Dios trajo al mundo a la Inmaculada, preparando en Ella un huerto cerrado, en el cual el divino Hortelano plantara la fragante azucena de la virginidad.

* Predestinada María para ser Madre, Dios ama su virginidad, el Espíritu Santo le revela sus divinos encantos, y Ella, contemplando esa celestial visión, su incomparable belleza, confirma el propósito de conservarla inviolada. Esta es la primera revelación de la virginidad hecha por el mismo Espíritu Santo al mundo en la persona de María Santísima.

* La virginidad es obra especialísima del Espíritu Santo; su obra maestra fue la primera virgen del mundo, la Santísima Virgen, esposa de este divino Espíritu, por Él enseñada, formada y conservada desde que fue niña y hecha más tarde Madre de Dios, sin dejar de ser virgen.

* La Pureza por antonomasia se llama María. Obra celestial cuyo artífice es el Espíritu Santo. No tiene ningún parecido en la tierra y entre las obras terrenas, porque ella es una obra hecha con materiales del cielo, moldes del cielo y manos del cielo, que atesora riquezas divinas y hermosuras angélicas.

Antonio Amundarain

Selección de Manoli Rojo (AJM)

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