Jesucristo ha resucitado como primicia de los que han de resucitar. ¡Es tan hermoso este pensamiento! Cristo y yo somos una misma cosa; Cristo y yo constituimos un hombre: el Cristo total.
Jesucristo cabeza que ha resucitado, yo como El, tengo que resucitar. Espero un día grande, una mañana alegre en que cantaré mi aleluya.
La Iglesia quiere que nos alegremos y no se cansa de cantar el aleluya que es regocijo espiritual: vida. Si soy una prolongación de Jesucristo, los misterios suyos también han de prolongarse y por eso un día participaré de su glorificación, porque soy su miembro y un día ese aleluya será para todos nosotros.
Antonio Amundarain
(Tomado de una meditación dada a las aliadas, en Madrid en 1946