DIMENSIÓN BIOLÓGICA DE LA VIRGINIDAD
¿Qué es el ser humano, hombre/mujer?
La cultura contemporánea revaloriza la dimensión corporal avanzando en la superación del concepto dualista platónico del ser humano propio del pensamiento dicotómico occidental.
“Si el hombre pretendiera ser sólo espíritu y quisiera rechazar la carne como si fuera una herencia meramente animal, espíritu y cuerpo perderían su dignidad. Si, por el contrario, repudia el espíritu y por tanto considera la materia, el cuerpo, como una realidad exclusiva, malogra igualmente su grandeza. (BENEDICTO XVI Deus caritas est n 5)
Ofrecer una percepción holística, integral, inclusiva, amplia, del ser humano a través de la cual se dé respuesta a la pregunta inicial y tal vez a otras es tema clave en el diseño e instrumentación de los sistemas educativos, políticos y de sociedad.(cf. Roberto Morejón Rodríguez La naturaleza del ser humano).
El hombre es un ser unitario, una realidad armónica, a la vez esencialmente
espiritual y sexuado. Somos personas sexuadas, (Gn 1,27) Hombres o mujeres; sexuales, (La índole sexual del hombre GS 51 c) El cerebro es el órgano sexual más importante; y eróticas. El eros, es la pasión amorosa; es la pasión de la relación; es el deseo de felicidad; es el deseo de placer; es el deseo de unión y comunión con los otros. Vemos los elementos individuales, sociales y trascendentes del eros.
« Eros » y « agapé » diferencia y unidad
Los antiguos griegos dieron el nombre de eros al amor entre hombre y mujer, que no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano. Digamos de antemano que el Antiguo Testamento griego usa sólo dos veces la palabra eros, mientras que el Nuevo Testamento nunca la emplea: de los tres términos griegos relativos al amor —eros, philia (amor de amistad) y agapé—, los escritos neotestamentarios prefieren este último, que en el lenguaje griego estaba dejado de lado. El amor de amistad (philia), a su vez, es aceptado y profundizado en el Evangelio de Juan para expresar la relación entre Jesús y sus discípulos.( Deus caritas est, 3)
El placer puede ser definido como un sentimiento positivo, agradable o eufórico, que en su forma natural se manifiesta cuando se satisface plenamente alguna necesidad del organismo humano: bebida, en el caso de la sed; comida, en el caso del hambre; descanso (sueño), para la fatiga; sexo para la libido, , y los conocimientos (científicos o no científicos) o cultura (diferentes tipos de arte) para la ignorancia, la curiosidad y la necesidad de crear y desarrollar el espíritu. La naturaleza suele asociar la sensación de placer con algún beneficio para la especie y la Filosofía lo clasifica entre los tipos posibles de felicidad (cf. Wikipedia)
La sexualidad es «componente fundamental de la personalidad, un modo suyo de ser, de manifestarse, de: comunicarse con los otros, de sentir, de expresar y de vivir, el amor humano» (cf. Congregación para la educación católica, Orientaciones educativas sobre el amor humano, 4).
En la vida cotidiana, la sexualidad cumple un papel muy destacado ya que, desde el punto de vista emotivo y de la relación entre las personas, va mucho más allá de la finalidad reproductiva y de las normas o sanciones que estipula la sociedad.
Corporeidad sexuada y espiritualidad son dimensiones constitutivas del ser humano.
La sexualidad es un gran regalo de Dios, para que viviéndola como corresponde a la fase de mi vida y vocación me haga feliz y haga feliz a los que caminan conmigo como amigos de camino.
La virginidad, el celibato como camino espiritual no renuncia a ser sexuado, sexual, erótico y menos a amar. Sólo renuncia al amor genital y lo que implica.
La sexualidad célibe no implica, de ninguna manera, la renuncia a la afectividad y a la amistad. Supone y exige una clara renuncia a todo amor que vaya en líneas de exclusividad o de exclusivismos o polarización en el amor. Es una forma nueva de amar: la forma de amar que Cristo en su persona eligió para construir el Reino de Dios. La sexualidad célibe es un amor gratuito, oblativo y personal. Se ama a las personas por sí mismas sin buscar nada a cambio. Amor que nos permite experimentar en nosotros la experiencia afectiva del amor con que Dios nos ama a cada uno de nosotros.
La sexualidad célibe hace referencia a un ser integrado, unificado, armónico, que todas sus energías se dirigen a ser localizadas en vivir e imitar el ejemplo de vida sexual de Jesús. La virginidad, el celibato es un estado de vida espiritual que centra todas sus fuerzas, como fruto de la integración armónica de su sexualidad en orden a responder a la empresa del amor a Dios y a los hermanos aquí en la tierra. (cf Cosme Puerto Pascual).
La vida sexual es el modo de vivir la sexualidad.
«Cuando la sexualidad humana no se considera un gran valor dado por el Creador, pierde significado la renuncia por el reino de los Cielos» (Juan Pablo II, FC 16) 22 Nov 1981.
De ahí la necesidad de proponer la virginidad consagrada no como renuncia o represión de la sexualidad o de la afectividad, sino como decisión de una modalidad (recíproca a la matrimonial) de vivir la .propia sexualidad y afectividad. «La virginidad implica ciertamente la renuncia a la forma de amor típica del matrimonio, pero la renuncia se realiza con el fin de asumir más en profundidad el dinamismo, inherente en la sexualidad, de apertura oblativa a los otros y de potenciarlo y transfigurarlo mediante la presencia del Espíritu, el cual enseña a amar al Padre y a los hermanos como el Señor Jesús» (CONGREGACIóN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Orientaciones educativas sobre el amor humano, 31).
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1Co 3:16)
La oblatividad es la vocación del pueblo de Dios y de todo cristiano en el mundo de hoy. (Amor Oblativo) Pero no siempre se puede ser oblativo, también es necesario recibir. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don.(Deus caritas est ,7)
Cuidar del otro, educarle, ayudarle a crecer, a mejorar, a sanar, a humanizarse más y más, es dar vida; más aún, éste es el aspecto más sublime de la vida en cuanto humana
Ese cuerpo sexuado es la cara visible de su espíritu, transparencia, acabamiento y plenitud del alma, medio de encuentro, relación comunicación con la realidad. El hombre sólo se realiza a sí mismo incluso en el ámbito espiritual, en ese cuerpo y ese mundo sexuado y, por lo mismo, en su propia corporeidad sexual. Nuestra sexualidad es un don de Dios que hemos de integrar plena y gozosamente en nuestra espiritualidad y hoy nuestro mundo lo exige a los cristianos como uno de los signos proféticos que más necesita. Es imposible establecer adecuadamente una perspectiva cristiana de nuestra vida espiritual sobre la sexualidad sin volver primero al valor de que Dios ha hecho para siempre de la carne humana y de los cuerpos sexuados el lugar privilegiado de encuentro divino con nosotros .Es tomarse en serio el misterio de la encarnación y de actuar con madurez y libertad en el campo de su vida espiritual sexuada y sexual. Si Dios ha puesto su confianza en el cuerpo humano y lo ha honrado al tomar forma humana y aceptar la sexualidad humana como una forma de entablar relación con toda la humanidad, cuánto más tenemos que esforzarnos por imitar el modelo de espiritualidad y sexualidad que nos ofrece la Palabra hecha carne.
Dios eligió libremente hacerse cuerpo sexuado, sexual y erótico como nosotros. La vivencia de la sexualidad humana dentro de la perspectiva cristina de un proyecto de vida espiritual de seguimiento a Jesús en la construcción del Reino de Dios recibe un nuevo enriquecimiento, la abre a nuevos horizontes, si se la vive e inserta conscientemente en una visión cristiana de la vida. Ya no se identifica la espiritualidad cristiana simplemente con el ascetismo sexual, el misticismo, la práctica de las virtudes y de los métodos de oración. La espiritualidad cristiana, la capacidad humana de autotranscendencia, relación y compromiso libre, abarca toda la vida, incluida nuestra sexualidad humana. La espiritualidad cristiana implica la actualización de esa trascendencia humana a través de la experiencia de un Jesús hecho carne sexuada, sexual y erótica, puesto que la experiencia de Dios Jesús la tiene a través de un cuerpo sexuado, sexual y erótico como el nuestro. El dualismo espiritualista tiene sus raíces en la dicotomía de cuerpo y espíritu, que todavía abunda mucho en la filosofía cristiana y en la cultura occidental. Una espiritualidad desexuada, desencarnada ha sido, y sigue siendo, una limitación central de nuestra espiritualidad cristiana. (ESPIRITUALIDAD Y VIDA Carol Crisosto, Cádiz el 08/09/2006 a las 20:03)
Así fue el celibato de Jesús, tal como admirablemente lo relata el teólogo español José Antonio Pagola: “Si Jesús no convive con una mujer no es porque desprecie el sexo o minusvalore la familia. Es porque no se casa con nada ni con nadie que pueda distraerlo de su misión al servicio del reino. No abraza a una esposa, pero se deja abrazar por prostitutas que van entrando en la dinámica del reino, después de recuperar junto a él su dignidad. No besa a unos hijos propios, pero abraza y bendice a los niños que se le acercan, pues los ve como ‘parábola viviente’ de cómo hay que acoger a Dios. No crea una familia propia, pero se esfuerza por suscitar una familia más universal, compuesta por hombres y mujeres que hagan la voluntad de Dios. Pocos rasgos de Jesús nos descubren con más fuerza su pasión por el reino y su disponibilidad total para luchar por los más débiles y humillados. Jesús conoció la ternura, experimentó el cariño y la amistad, amó a los niños y defendió a las mujeres. Solo renunció a lo que podía impedir a su amor la universalidad y la entrega incondicional a los privados de amor y dignidad. Jesús no hubiera entendido otro celibato. Solo el que brota de la pasión por Dios y por sus hijos e hijas más pobres”.
El celibato y la virginidad no reniegan de la naturaleza humana, sino que más bien la realizan a un nivel más profundo. El hombre, según la Biblia, no es sólo lo que es por nacimiento, sino también lo que está llamado a ser. En el hombre, en otras palabras, hay una chispa de vocación a la que tiene que responder. (Padre Raniero Cantalamessa, predica al Papa y a la curia romana, Adviento 6-XII-2002)
Si se mira al exterior, los vírgenes consagrados han instituido casi todas las instituciones caritativas. Por tanto, la virginidad no significa esterilidad, sino por el contrario, la máxima fecundidad.
Mª Angeles Torío