Las luces que el Señor nos comunica son pasajeras y no permanentes; por esto nos aconseja Santo Tomás, que respondamos sin tardanza a los divinos llamamientos.
Cada vocación tiene su don y su puesto, y cada puesto tiene su don en la medida que le corresponde. Mi elección no está en el puesto, sino en el don que Dios me ha dado. Mi santidad no está en que yo quiera lo más alto, sino lo que es conforme a mi disposición y al don recibido.
Antonio Amundarain