AYUDAR A LOS MÁS DÉBILES
Cuando vemos a una persona indefensa, el primer sentimiento que brota en nuestro corazón es la ternura. Por ejemplo, con un recién nacido.
Debemos prepararnos para ver las debilidades de los demás con ternura, con un sentimiento que nos lleve a ayudar en lugar de criticar.
Muchas personas son menospreciadas por sus debilidades y se hunden en sus límites porque nadie les ofrece ayuda.
Hay personas débiles que son fruto de la sociedad en la que vivimos. Personas sin hogar y sin tierra, inmigrantes, desempleados, marginados, personas con necesidades especiales por alguna limitación física o mental.
Necesitamos sentir su debilidad como si fuera nuestra y buscar juntos la solución con la fuerza de la fraternidad.
Dios trata al débil con ternura y lo elige para confundir a los fuertes.
¿Quién es más débil que un Dios crucificado? ¿Y quién es más fuerte que un Dios resucitado?
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento