Cansancio ¿Qué hacer?

20 May, 2014 | Autoformación, Encantada de conocerME

Cansancios…

Hay momentos en que no puedes más. En que cuesta encontrar los motivos, en que la misión es solo trabajo y tienes ganas de hacer una huelga de ti mismo. Quizás esos días eres más susceptible, estás más irritado, o acaso la fatiga se convierte en tristeza. Y añades al cansancio la sensación de disgusto. Entonces te cuesta más hablar de amor (o amar). Y le ves las aristas a todo. Por eso es necesario, en ocasiones, reconocerse más débil, más frágil, y darse una pausa y dejarse cuidar.

«Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad» (Mt 25, 14)

Cada quién tiene su carisma, su capacidad, sus talentos. Y es una propuesta y una llamada evangélica ponerlos a rendir. No deberíamos enterrarlos… pero es muy importante saber que parte de la vida, de nuestro carácter y de nuestro ser humanos pasa por hacer, de vez en cuando, una pausa. Dejarse acunar por otras voces, dejar que otras manos acaricien las propias heridas y fatigas. Darse permiso para estar en baja forma. Aceptar que a veces uno no puede, o no sabe, o no llega hasta donde querría. Aceptarse incapaz…

¿Qué haces cuando te sientes cansado? ¿Sabes frenar, descansar?

«Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré» (Mt 11, 28)
1605201410154.jpg¿De qué manera Dios nos ofrece descanso? Quizás recordándonos que nos acoge y nos quiere tal y como somos. Recordándonos que somos hijos, queridos, con nuestras luces y nuestras sombras. Que no siempre podemos estar a la altura de nuestros sueños, ni de su evangelio. Sin conformarnos con la mediocridad, pero sin exigirnos una perfección imposible e inhumana. Saber bajar a veces los brazos, callar, dejarse ayudar y dejarse arropar por otros brazos, por otras palabras, por otros ecos. Y entre esos brazos, palabras y ecos, está sobre todo la voz y la caricia inmortal y eterna, una voz que me sigue diciendo, siempre: no temas, que yo estoy contigo.

¿Dios es para ti refugio? ¿Cuándo? ¿De qué maneras?

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