En estos días de duelo, agravado por la imposibilidad de despedirnos de nuestros seres queridos, se acumulan las preguntas.
Como creyentes, somos llamados a no estar a merced de lo caduco, a no anclar nuestras vidas en el momento presente.
Lo eterno no se mide, permanece. Dios es nuestro puerto de inicio y de retorno. Los sucesos pasan, Él permanece.
Por la fe, es tiempo de vivir en anticipo lo que esperamos como ciudadanos del cielo.