COMO TÚ, SEÑOR

Me gustaría acercarme a las personas de rodillas. Como Jesús. No condenar al caído por su pecado. Ni por su carencia. Contemplar en cada desierto un futuro jardín lleno de vida. Conocer lo verdaderamente importante de cada uno. Ese lugar donde todos somos iguales y totalmente distintos. Me gustaría mirar así. Con una mirada limpia que vaya a lo profundo. Y amar al otro más allá de su debilidad, de su miedo, de su pecado. Abrirme a un misterio que nunca lograré desentrañar por muchos datos que conozca. Sé que siempre habrá algo nuevo que conocer. Siempre podré sorprenderme una vez más.

Mi oído lucha por abrirse para estar atento a las necesidades de aquellos que Dios me ha confiado. Quisiera escuchar con el alma. Escuchar y no sólo oír. Escuchar amando. Amar escuchando. Con respeto. En silencio. Acompañar en la oscuridad de Getsemaní. Consolar con el alma abierta y el corazón callado. Permanecer de rodillas atesorando cada lágrima. Haciéndola mía. Dibujar el Cielo en cada mirada. Y sonrisas en el alma. Amén.