Resonancias del Evangelio
Sin darnos cuenta vamos acostumbrándonos a lo que debería sorprendernos cada día.
Nos suele ocurrir con las personas con las que tratamos a diario, no percibimos el Dios escondido que está en ellas, y lo mismo ocurre con nosotros mismos.
Necesitamos limpiar nuestra mirada con frecuencia.
¡Por el triunfo de la pureza!