Resonancias del Evangelio
No hay «precio» para valorar la pureza de corazón. Es el tesoro escondido que irradia a su alrededor esa luz que nos purifica, nos identifica y llena de paz.
«Sólo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos confusos»