‘Enseñaba con autoridad’ y todos se asombran. No es suficiente el asombro para seguirle.

Ante Él es necesario el cambio de vida, la radicalidad del seguimiento, ponerse en camino.

Su autoridad, que lleva a echar el mal, a denunciar aquello que atrapa al hombre… produce en nosotros la necesidad de unirnos a Él. Nos admiramos, respondemos, nos unimos a Él y también nuestras palabras deben tener la fuerza de la autoridad del servicio, de la entrega, de la denuncia, de dar la vida por los otros. El asombro de descubrirle nos debe llevar a la radicalidad del seguimiento y del compromiso.