Espiritualidad de la Vida consagrada. Discernir para encarnarse

23 Sep, 2011 | Vida Consagrada

Espiritualidad de la Vida Consagrada

Discernir para encarnarse

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Preámbulo

1.- Introducción
Lo reconocieron al partir el pan

2.- Espiritualidad del Discernimiento
Mientras hablaban y se hacían preguntas … les explicó las Escrituras…

3.- Espiritualidad de la Encarnación
Se acercó y se puso a caminar con ellos … entró para quedarse con ellos …

4.- Espiritualidad del Compromiso
Se pusieron en camino … contaban lo que les había ocurrido

5.- Conclusión: El ardor de la Consagración

¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino?…
*****

Preámbulo

Quiero comenzar esta pequeña intervención, clarificando mi punto de partida. Me sitúo como lo que soy, mujer consagrada que es lo que da razón y sentido a mi existencia: la Consagración con la que Dios, por puro amor y gratuidad, me ha configurado.
Y como aliada, como hija de Antonio Amundarain, participando del carisma que él recibió, quiero vivir la Consagración en la Alianza deseando que quienes han sido llamados/as a la vida consagrada vivan:

1.- Desde la apertura a la acción del Espíritu, que nos lleve a vivir una espiritualidad encarnada y comprometida con la realidad y las circunstancias del momento.

2.- Desde la escucha atenta de la Palabra, dejándonos trasformar por ella, como María, que entendió su vida en la clave del Fiat, del ‘Hágase en mí’.
Por eso intentaré compartir desde lo que quiero que sea mi vida como consagrada para que adquiera todo su sentido, no en la vivencia concreta y particular de cada uno de los votos característicos de la Vida Consagrada: Castidad, Pobreza y Obediencia, sino en el intento de vivir la unificación de los tres desde la Consagración.

Cada uno de los votos tiene sus características particulares y concretas, y es por ello que a cada uno lo relacionaré con una de las vertientes de la espiritualidad que voy a desarrollar, pero sin perder de vista en ningún momento que todo su sentido está en procurar una unificación vital que nos lleve a reproducir desde la fidelidad creativa y la coherencia evangélica el estilo de vida de Jesús de Nazaret, el Resucitado.

INTRODUCCIÓN

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“Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos… Empezando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que decían de El las Escrituras… Entró para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron… ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino?… Se pusieron en camino … contaban lo que les había ocurrido … Lo reconocieron al partir el pan.” (Lc 24, 13-35)

He querido empezar con estos versículos entresacados de la lectura del Evangelio porque me parecen muy sugerentes para enmarcar el tema que vamos a desarrollar y porque creo que es fundamental que nuestras palabras se fundamenten siempre en la Palabra de Dios,.
La última frase “Lo reconocieron al partir el pan”, me sugiere una serie de preguntas, de planteamientos, de cuestiones acerca de nuestra vida consagrada:

¿Cómo nos reconocen ?
¿En qué nos reconocen?
¿Cómo vivir para que nos reconozcan “al partir el pan’?
¿Por qué gestos, palabras, miradas, silencios, presencias… nos reconocen como seguidoras del Dios de Jesús, del Resucitado?
¿Cómo ser con nuestras vidas signos y testigos de la Presencia del Reino?
Primero como cristianas, después como personas que hemos hecho una opción concreta, de seguimiento a Jesús, intentando reproducir su estilo de vida virginal, queriendo ser presencia de su Reino en este mundo que a menudo quiere ignorar su Presencia.
El intento de responder a estas preguntas , nos lleva al primer punto del tema:

1- DISCERNIR PARA ENCARNARSE.

¿Por qué este título?
Porque sólo desde un discernimiento, desde una confrontación de nuestra vida día a día con la Palabra de Dios, sólo desde ahí nuestra Vida Consagrada adquiere fuerza, sentido, valor, y puede llegar a ser significativa y creíble.

  Nos hemos comprometido con un proyecto de vida especifico, y es necesario detenernos de vez en cuando, para reflexionar y aclarar cómo estamos viviendo la Voluntad de Dios, en comunión con la Iglesia y conforme a nuestro Instituto.
Discernir para encarnarse,

• Para ser signos de su Presencia,
• Para testimoniar con nuestras vidas el Amor que Dios nos tiene.

Porque sólo estando día tras día en la brecha:

• Donde se juega la vida,
• Donde se amasa el pan de cada día,
• Donde se busca el sentido a la existencia,
• En la fragua donde se forjan los proyectos, estando presente en esas realidades, sólo desde ahí tiene fuerza nuestra opción.

Esa es la dinámica que sigue Jesús: “Mientras hablaban y se hacían preguntas… “

Se acercó y se puso a caminar con ellos… entró para quedarse con ellos… compartió el camino, la palabra, el descanso, la mesa, compartió la vida cotidiana.
Discernimiento y encarnación. Palabras claves para revitalizar nuestra Espiritualidad de la Vida Consagrada. Palabras claves para vivir en la clave del Evangelio.
Dice Bruno Secondin “La Espiritualidad de la que se siente urgencia, es una Espiritualidad que sepa conjugar la Palabra de Dios con los signos de los tiempos”; que cale en el corazón de los hombres porque son capaces de reconocernos al partir el pan, porque somos capaces de enardecer el corazón, de abrir los ojos y reconocer al Señor.
Confrontar la vida para estar ahí, en ese lugar concreto de nuestra historia, En nuestro hacer diario; estar, si, pero no de cualquier manera..
¿Por qué, y cuando nos reconocen como consagradas/os?

2. ESPIRITUALIDAD DEL DISCERNIMIENTO: OBEDIENCIA


“Mientras hablaban y se hacían preguntas… les explicó las Escrituras…”

emaus_2.jpgRecordando el texto, los discípulos de Jesús no entendían lo que acababan de vivir; todo parecía haberse venido abajo; estaban perdiendo la esperanza y la fe. Y Jesús les sale al encuentro y les instruye en el arte del discernimiento:

  En el arte de la apertura de sus vidas a la Palabra.

  Les instruye en el arte del dejarse llevar por el Espíritu.

  Les invita a obedecer la Palabra. oír y dejarse conducir por la Palabra.
Obediencia es dejar que el Señor conduzca mi vida, aceptando las mediaciones qué pone en el camino.
(Obedecer proviene de obedire que deriva de audire; en la Biblia el significado de esta palabra es “oir de una manera especial, con profundidad, con adhesión, escuchar al espíritu, abrir los oídos.”)
Jesús al explicar las Escrituras a los discípulos les está invitando a abrirse a la Palabra, dejando que penetre en sus vidas, y adherirse a ella, desde el cumplimiento, desde la obediencia, desde la búsqueda de la voluntad de Dios para cada uno y en cada momento.
Jesús les está estimulando a hacer un proceso de discernimiento, de aprendizaje en la interpretación de los signos de Dios, de acogida y aceptación de Cristo como Señor y Salvador, a pesar de no ver la luz de la Resurrección.
A veces nos sentimos agobiadas, perdidas, con poco sentido de la vida…
Nos falta discernir la vida con la PALABRA.
El discernimiento se convierte en el espacio donde descubrimos la relación con Dios como una experiencia de libertad:

* Como la posibilidad de encontrarnos con Dios y con nosotros mismos y vivir desde la raíz más íntima de nuestra propia persona;
* Como la posibilidad de descubrirnos en la creatividad de nuestra historia personal y de crear historia creándonos desde nuestro fundamento: Dios.
Jesús les invita, nos invita como caminantes en la Vida Consagrada, sumergidas en el camino de Emaús-

  Nos invita a desarrollar la espiritualidad del discernimiento, de la escucha comprensiva y confrontada de la Palabra.

  Nos invita a la búsqueda de la voluntad de Dios en nuestras vidas en la tarea de vivir reproduciendo sus palabras, sus miradas, sus gestos, sus actitudes en nuestra vida cotidiana, haciendo, como dijo alguien, ‘lo ordinario de manera extraordinaria’.
Vivir, una Espiritualidad del Discernimiento, es vivir dejándonos guiar por su Espíritu, siendo dóciles a su acción en nuestras vidas:

  aceptando sus consejos,

  recibiendo sus enseñanzas,

  aprendiendo de su sabiduría…

  es vivir explicando las Escrituras con nuestro vivir cotidiano.

Supone adentrarnos en la espiritualidad del abandono, la escucha y la confianza en Dios, en su Espíritu que guía y orienta nuestros pasos, y nos abre a la obediencia, como camino para lograr progresivamente la verdadera libertad (VC 91).

Vivir la Espiritualidad del Discernimiento, como apertura al Espíritu, requiere de una purificación del corazón, de nuestras actitudes, acciones e intenciones, requiere un volver la mirada hacia Dios permanentemente para que sea su Palabra la que vaya orientando nuestros pasos.
El discernimiento implica salir de nosotras mismas, para adentrarnos en la comunión con Dios y llegar a una identificación entre Su Deseo y nuestro deseo, de modo que esta disposición del corazón llegue a ser nuestra actitud vital, fruto del descubrimiento de Dios como el centro de nuestra vida.

El discernimiento requiere una actitud de escucha atenta de la Palabra, permaneciendo continuamente abiertos a Ella, en disponibilidad, en fidelidad creativa, en obediencia activa, para atestiguar la relación de filiación, asumiendo la voluntad de Dios como nuestro alimento cotidiano… (VC 91), manifestando la belleza liberadora de una dependencia filial, rica de sentido de responsabilidad y animada por la confianza recíproca, que es reflejo en la historia de la amorosa correspondencia propia de las tres Personas divinas. (VC 21).

¿Cuántas veces nos paramos a pensar, si lo que estamos decidiendo en la vida, lo hemos contrastado, lo hemos consultado, lo hemos discernido y eso es la Voluntad de Dios, o es la mía personal? Obediencia, es no dejarnos conducir sólo por nuestra manera de ver las cosas.
Esta obediencia sólo es posible bajo la acción del Espíritu y desde una actitud de docilidad en la que no es suficiente dejarse enseñar sino que se hace necesario dejarse conducir, dejarse guiar y orientar, dejarse acompañar.
Esta docilidad al Espíritu, manifestada en el voto de obediencia, que profesamos en la Vida Consagrada, es posible por la existencia de la Gracia, por la continua presencia de Dios que va transformando, modelando y conduciendo nuestra vida.
Vivir la espiritualidad del discernimiento que nos abre a la obediencia en la Vida Consagrada es, dejar que nuestra vida sea Palabra pronunciada por Dios, la única Palabra que es fuente de salvación.

Nº 51. Constituciones (AJM)
La Obediencia consagrada es una actitud permanente de disponibilidad total a la volunta del Padre, para realizar la misión que nos ha encomendado, mirando a Cristo y dejándonos conducir por el Espíritu.
“Mientras hablaban y se hacían preguntas… les explicó las Escrituras…”

3.- ESPIRITUALIDAD DE LA ENCARNACIÓN: POBREZA

“Se acercó y se puso a caminar con ellos … entró para quedarse con ellos …”emaus_4.jpg

Qué hizo el Señor con los de Emaús, darles consejos? No.
Jesús se acercó a compartir el camino, quiso caminar con ellos, por sus senderos…
Jesús quiso entrar en su mundo de dudas e incomprensiones, de ilusión y desaliento..
Se acercó, recorrió la distancia que les separaba.
Hay que hacer camino para llegar a los demás.
A qué distancia estamos unos/as de otros/as?
Y al sentirse invitado, Jesús aceptó su invitación, entró para quedarse con ellos, para acompañarles en su recorrido de fe, para acabar de disipar sus dudas.
Quiso que no sólo fueran sus Palabras las que iluminaran sus vidas, sino también su Presencia; por ello decidió compartir con ellos lo que podían ofrecerle:

  un poco de pan,

  un vaso de vino,

  su hospitalidad,

  su mesa, su cercanía…

  decidió compartir su pobreza,

  su carencia de fe.

Acogió su necesidad de comprensión
Jesús comenzó a vivir esta experiencia de la encarnación, comenzó a dar vida a la Espiritualidad de la Encarnación: hacerse semejante, hacerse ‘uno más’, vivir en comunión afectiva con los otros/as, desde la disponibilidad y la apertura al diálogo con la realidad que nos envuelve, desde la pobreza de la pequeñez, desde el compartir la vida, lo que se es y lo que se tiene.
Una espiritualidad, que a la Vida Consagrada, nos empuja a vivir desde nuestro voto de pobreza: con una apertura real y efectiva al mundo en el que vivimos, al ambiente en el que nos movemos, al lugar en el que está enclavada la sociedad.

Nos insta a vivir con una voluntad decidida de presencia y acercamiento, de inserción y cercanía,
La espiritualidad de encarnación nos urge a vivir nuestra consagración sin ser indiferentes a la realidad social en que estamos inmersos.

  nos impulsa a un descenso hasta la sociedad humilde, pobre, carente, para comunicarle la Encarnación de Dios.

  Nos lleva a asumir la pobreza e indigencia de los que carecen de lo necesario para vivir (y entiendo esta necesidad no como algo meramente material; hay pobreza de cultura, de dignidad, de valores, de afectos, de ser comprendido, acogido, apreciado, hay pobreza de amor); nos lleva a hacernos semejantes a ellos.

Esta espiritualidad de la encarnación implica asumir el reto de vivir nuestro voto de pobreza desde la acogida de la necesidad del otro, compartiendo con él lo que somos (personas consagradas que hemos puesto a Dios en el centro de nuestras vidas) y lo que tenemos (nuestro tiempo, formación, religión, cultura, …).
La pobreza no es sólo una manera de ser ante las cosas, sino también una manera de ser ante las personas. (Mercedes Icaza Dra General AJM)
Vivir la espiritualidad de la encarnación nos impulsa a vivir la pobreza en la vida consagrada caminando entre y con los pequeños, con los expropiados, compartiendo la mesa del amor con los desheredados, asumiendo su realidad, para anunciar a través de ellos y con ellos el Reino.
Una vida que, por la Consagración, sólo puede ser entendida en clave de servicio, de entrega, de gracia, y en actitud de búsqueda constante para ver donde servir más y mejor.

Constituciones AJM nº 41:
La pobreza consagrada consiste en poner nuestra esperanza y seguridad en Dios, nuestra verdadera riqueza, con disponibilidad total, en actitud de amor y servicio a los hermanos y de libertad para el recto uso de los bienes.
“Se acercó y se puso a caminar con ellos …
entró para quedarse con ellos” …

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4.- ESPIRITUALIDAD DEL COMPROMISO: CASTIDAD

“Se pusieron en camino … contaban lo que les había ocurrido”

Lo reconocieron por sus gestos y algo cambió en ellos; percibieron la fuerza de la Resurrección de Jesús, y ellos mismo resucitaron, abrieron sus ojos a la Vida, a la Verdad, al Amor. Regresaron a Jerusalén, al lugar del que huían por no encontrar respuesta a sus preguntas, por haberles arrebatado su ilusión, por haber matado su esperanza.
Y regresan cuando han experimentado que:
* El amor es más fuerte que la muerte, porque el miedo ha dado paso al valor, la ausencia a la fe, la desesperación a la esperanza, la opresión al amor, la muerte a la vida… la muerte de Jesús al gozo de la Resurrección
* Regresan cuando son capaces de abrirse a la fuerza transformadora del amor que les conduce al compromiso evangelizador, al anuncio gozoso con sus vidas de la Resurrección.
* Regresan a Jerusalén cuando se comprometen al amor universal, a vivir su espiritualidad desde el compromiso, desde la donación de si mismos.
Regresan llenos de valor, iluminados por la fuerza de la Resurrección, para contar lo que les había ocurrido, cómo Jesús les había salido al encuentro y les había acompañado al discernir la Palabra, cómo había compartido con ellos el cansancio del camino, la hospitalidad , la mesa,… y cómo, con un sencillo gesto: partir el pan, les había impulsado al compromiso, había renovado sus fuerzas desgastadas y había dispuesto sus corazones al Amor incondicional.
Vivir la Espiritualidad del Compromiso es vivir desde la decisión libre de colaborar con los planes y proyectos de Dios; de optar por la justicia y el amor universales.

Implica vivir desde la castidad de un corazón libre de apegos y pertenencias ajenas al proyecto del Reino, como consecuencia de la experiencia en nuestras vidas de la gratuidad del amor de Dios, desde la gratuidad de la salvación, desde el amor radical.
El compromiso se inicia con el olvido de uno mismo y el descubrimiento del Otro y de los otros, desde la gratuidad del amor.
Es testimoniar la fuerza del amor de Dios en la fragilidad de la condición humana, desde la vivencia de nuestro voto de castidad, comprometiéndonos al amor radical y universal, desde una experiencia de alegría y libertad (VC 88).
Se trata de una actitud misericordiosa con todos, transmitiendo el amor infinito de Dios, comunicando vida. Se trata de vivir una espiritualidad de solidaridad con los demás; de acogida de la gratuidad para ser eficaces en la erradicación del mal; de alegría en medio del sufrimiento.
Vivir la espiritualidad del compromiso nos invita a vivir nuestra castidad desde el amor entrañable y misericordioso de acogida y de gratuidad.

Constituciones AJM nº 33
La Castidad consagrada es un don del Espíritu que libera nuestro corazón, nos llena de su amor y nos dispone al amor universal.

“Se pusieron en camino … contaban lo que les había ocurrido”.

5. CONCLUSIÓN: EL ARDOR DE LA CONSAGRACIÓN

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“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino?…”

Jesús les había ido instruyendo en las leyes del amor, de la opción radical por el Reino, les había ido preparando para que Dios fuese el centro de sus vidas, para que por El fueran capaces de dejarlo todo. Jesús había dado sentido a sus vidas.
De nuevo surgió en ellos la urgencia de:
. la misión,
. del anuncio,
. de la vivencia,
. de la experiencia de la comunidad.
Despertó en ellos el apremio por compartir, por orar y discernir la Palabra,
. Renació en ellos el ardor de la entrega al servicio del Reino.
Y el ardor del haber sido escogidos por Dios, de haber sido consagrados por El, les lanza a la misión, al compromiso, a la encarnación, al discernimiento… les lanza al servicio del Reino.
Y creo que esa es la invitación que se nos hace hoy a la Vida Consagrada: enardecer nuestro corazón porque Jesús nos ha salido al encuentro en el camino, nos ha explicado las Escrituras, se ha sentado a nuestra mesa y nos ha enviado a testimoniar con nuestras vidas el Reino.

Es desde ahí, desde la acogida de la invitación de Jesús, desde el dejarnos enardecer el corazón, donde debemos situarnos las personas consagradas, desde donde tenemos que vivir nuestra Espiritualidad, desde donde tenemos que discernir para encarnarnos, para comprometernos, para vivir de manera que nos reconozcan al partir el pan…

Y ¿cómo vivir para que nos reconozcan al partir el pan?

Descubriendo a Jesús en el camino de la vida:

 en nuestro peregrinaje hacia Emaús,

 en nuestras huidas del dolor,

 del sufrimiento,
– de la incomprensión que a veces nos rodea,
pero también dejando la puerta abierta a la esperanza:
• Mirando los signos y gestos que nos hablan de esa presencia de Dios en la vida cotidiana.
• Descubriendo a nuestro alrededor esos atisbos de vida resucitada, que nos ayuden a renacer a la esperanza.
• Dejando que Jesús nos explique las Escrituras, nos enseñe que Dios tiene sus planes para cada uno.
• Discerniendo a la luz de la Palabra de Dios nuestras opciones, nuestras decisiones, nuestras presencias, nuestras lecturas de la realidad.
• Discerniendo también nuestras actitudes, nuestros gestos, nuestras miradas, nuestras palabras.
• Abriendo las puertas de nuestro corazón a cuantas personas vengan en busca de un poco de paz, de esperanza, de sosiego, buscando un sentido para sus vidas;.
• Compartiendo nuestro pan (nuestra vida) con los hambrientos (de pan, de amor, de Dios), caminando con los que viven en los márgenes de la historia.
• Abriéndonos al amor gratuito y desinteresado, al amor que compromete nuestra existencia en favor de la solidaridad al servicio del Reino; experimentando la sobreabundancia de la gratuidad de Dios.
• Viviendo nuestros votos desde la plenitud de la Consagración, desde el dejarnos poseer por Dios en plenitud, para que sea El quien, desde nuestro ser frágil y necesitado, habite en nuestro interior e identifique nuestra existencia.
Porque sólo se puede comprender la identidad de la persona consagrada a partir de la totalidad de su entrega.

“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino?…”

Nuestro corazón arderá cuando vivamos nuestra existencia desde la experiencia del amor gratuito de Dios hacia nosotros; cuando amemos a Cristo con todas nuestras capacidades, de tal modo que nos dejemos configurar por El y así puedan decir que en nosotros le han reconocido al partir el pan…
Por puro amor y gratuidad, el Señor, nos ha consagrado.

Imitemos a María que aunque no entendía nada, supo discernir, encarnarse en la historia y aceptar con su fiat, “Hágase en mí”, la voluntad de Dios sobre Ella.

J. Beltrán (AJM)

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