Carta Pastoral: Gramática de la Cultura del Cuidado
+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
Una de las propuestas del Papa Francisco que se mantiene a lo largo de todo su pontificado es la de cultivar la cultura del encuentro como camino de paz. Nos presenta y nos ofrece en su mensaje la doctrina social e la Iglesia con sus principios, criterios e indicaciones. De ella, el Papa extrae lo que llama la “gramática del cuidado”.
En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del pasado 1 de enero de 2021, se detenía entre las posibles pautas o principios a tener en cuenta en cuatro: la promoción de la dignidad de toda persona humana, la solidaridad con los pobres e indefensos, la preocupación por el bien común y la salvaguarda de la creación. Son pautas para lograr una fraternidad humana real.
1. El cuidado de cada persona entraña la promoción e la dignidad y de los derechos de la persona. Dice: «El concepto de persona, nacido y madurado en el cristianismo, ayuda a perseguir un desarrollo plenamente humano. Porque persona significa siempre relación, no individualismo, afirma la inclusión y no la exclusión, la dignidad única e inviolable y no la explotación. Cada persona es un fin en si misma, nunca un simple instrumento que se aprecia solo por su utilidad, y ha sido creada para convivir en familia, en la comunidad, en la sociedad, donde todos los miembros tienen la misma dignidad. De esta dignidad derivan los derechos humanos, así como los deberes, que recuerdan, por ejemplo, la responsabilidad de acoger y ayudare a los pobres, a los enfermos, a los marginados, a cada uno de nuestros prójimos, cercanos o lejanos en el tiempo y en el espacio» (Mensaje, 6, 1). Pienso en los mayores que, a veces, son considerados como improductivos, como carga para el estado, la familia; o en el tema de natalidad, considerando que un hijo o una hija es una carga o un límite del bienestar de la familia o la sociedad; también pienso en los discapacitados.
2. El cuidado del bien común. Que, según lo entiende la Iglesia, «es el conjunto de aquellas condiciones de vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección» (Concilio Vaticano II, G S, 26). En todos nuestros planes, proyectos y decisiones debemos tener en cuenta qué repercusión sus efectos sobre toda la familia humana, pensando en las consecuencias para el momento presente y las futuras generaciones. No podemos olvidar, y nos lo recuerda cada día la pandemia del Covid que estamos todos en la misma barca, que las decisiones, acertadas o no de unos repercute en todos tarde o temprano. No podemos olvidas que nadie se salva solo, que todos somos interdependientes y que todos tenemos que remar juntos. Es más, ningún estado aislado puede asegurar el bien común de su propia población. En España lo estamos viviendo con la crisis energética, la luz eléctrica, el gas, etc.
3. El cuidado mediante la solidaridad. La solidaridad expresa el amor por el otro, es concreción del amor, no de un amor simplemente platónico, o un sentimiento vago, sino un compromiso firme y perseverante de empeñar en el bien del otro, los otros; y el otro no considerado como un número en una estadística o un medio para ser explotado y después desecharlo como un cacharro inútil, sino como un hermano, un alter ego, merecedor de ternura, compasión, ayuda, como un compañero de camino, llamado como cada uno a participar del banquete de la vida al cual nos invita Dios.
4. El cuidado y la protección de la creación. El papa ha desarrollado este punto mucho en la encíclica Laudato Si. En ella destaca el papa que toda la realidad creada está íntimamente interconexionada y, al igual que tenemos que oír el clamor de los pobres, tenemos que oír el clamor de la creación. Esta preocupación no puede ser al margen de cada persona. No podemos defender la vida de un pájaro y olvidarnos de la vida de una persona. Está bien que busquemos el bien de los animales, que busquemos incluso mediante leyes que no sufran, pero sin olvidarnos de los hombres. De acuerdo que tienen sentimientos, pero ¿y las personas, no cuentan, no cuentan los niños no nacidos, los niños de la guerra, de la isla de Lesbos o Mitilene, los niños y personas mayores que están en Calais, en Creta, algunas de las cuales han perecido en el Canal de la Mancha o en Mediterráneo? Afirma el papa que «paz, justicia y conservación de la creación son tres temas absolutamente ligados, que no podrán apartarse para ser tratados individualmente so pena de caer nuevamente en el reduccionismo» (Mensaje 6, 4).
Que el Señor Jesús, que marca con su nacimiento nuestros años, meses y días, también este año 2022, nos ayude con su Espíritu para comprenderlo y realizarlo. Con Él podemos avanzar en la auténtica fraternidad.