Jesucristo fue un preso

22 Jul, 2015 | En el mundo - Secularidad

Jesucristo fue un preso

Nos adentramos en un tiempo fuerte para nuestra vida cristiana. La Semana Santa recoge un entramado de emociones encontradas, y de vivencias pasionales. No son días rutinarios, ni intrascendentes. En estos días se desborda el Misterio más grande de Dios, y la debilidad más profunda de sus criaturas.

Hace unas semanas, recordábamos que Dios tomaba cuerpo en María, y venía a nuestro mundo para mostrarnos el rostro de Dios. En pocos días, daremos un gran salto en el camino de este Dios hecho hombre.

Jesús se somete a todo tipo de vejaciones, sufrimientos, dolores, maltrato, hasta llegar a extremos incomprensibles. No podemos entender esto, sino desde el Misterio del Amor.

Y es precisamente con los gestos del amor, con los que se inaugura un triduo pascual, que culmina con la Vida sobre todo Dolor. Pero antes, quizás convenga, detenerse un poco y contemplar, los momentos más difíciles y desagradables de la vida de Cristo. No es una cuestión masoquista ni morbosa, sino una invitación a participar de un dolor que es el nuestro, y que lo asumió hasta el extremo.

El sufrimiento de Jesús en los momentos de pasión, es físico, pero también emocional. Nada más que releer los acontecimientos previos al prendimiento por los soldados romanos en el Huerto de los Olivos, para entender, el cúmulo de dolor. Y no tenemos que imaginarnos nada. Es nuestro mismo, dolor, el que Jesús soporta. No le es indiferente nuestro sufrimiento de ahora, porque Él ya sabe lo que se siente.

Había cenado con sus amigos. Les había contado las confidencias más entrañables de la vida. Y en mitad de la cena, es uno de sus “amigos” quien va a hacer las gestiones necesarias para que lo detengan. Pensar en una detención, siendo inocente y por uno de tus amigos, es bastante duro.
Ninguna detención es bonita ni agradable, pero menos aún, si encima tú no has hecho nada. Bueno, sí hizo: amar. Son esos momentos incomprensibles y vertiginosos en los que lo bueno se entiende como malo, y sume en la condena más injusta y atroz.

Lo prenden en la oscuridad de la noche. Y lo llevan detenido. No lo sujetan de cualquier manera ni lo llevan de forma delicada. Son soldados romanos, y con un “delincuente” se emplean a fondo. No hay presunción de inocencia, ni noche de calabozo.
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Lo maltratan con golpes, azotes, abusos, y toda forma de tortura, para contentar el deseo de venganza. No hay delito, solo ira, poder y sufrimiento.
Lo hacen ir de un sitio a otro. Una noche de peregrinaje por Jerusalén. Nadie se hace responsable de nada, pero tampoco detienen el proceso absurdo y sin fundamento. Es esa situación anormal, que no se sostiene, pero que nadie interrumpe. El poder religioso y el poder político, quieren acabar con esta situación. Los primeros porque es un peligro, un hombre que va diciendo por ahí que es Hijo de Dios y que desafía el orden establecido. Y los otros porque no pueden permitirse una inestabilidad que acabe con la paz, que ellos buscan. Son invasores de un pueblo que se resiste a asumir a sus conquistadores.

Hoy diríamos, que Jesús fue un indignado. Como los del 15-N en la Puerta del Sol. Un inconformista de un sistema que aplastaba a la gente con creencias falsas y con dinero sucio. La corrupción no es un mal de este siglo, como algunos creen.

Jesús se indigna contra la religión oficial, que solo entendía de normas, de leyes, de pesadas cargas, de hipocresía, de venganza (la ley del Talión) y de distorsión de un Señor de los Ejércitos, del que se servían para mantener un estatus y oprimir al pueblo. Jesús viene a enseñarnos con autoridad, cual es el verdadero rostro de Dios, y éste es el de la Ternura y la Misericordia. Llevado por esta verdad, infringe las leyes judías del sábado, come con pecadores, trata con publicanos, se acerca a leprosos o dignifica a la mujer. Y estas son algunas de las razones para su condena a muerte.

Jesús se indigna contra los poderes económicos, que son los políticos, porque el dinero injusto solo es causa de opresión y dominación. Un motor de pobreza y discriminación. Los ricos eran muy ricos y los pobres, muy pobres. Su opción pasa por ponerse al lado de los perdedores en este sistema: prostitutas, pescadores, mujeres, enfermos…Y esta es otra de las razones de su sentencia a muerte. Jesús no reconoce ningún reinado de este mundo. Acepta la autoridad del César, pero no la antepone a la de Dios. A Pilatos se lo termina diciendo: «No tendrías sobre mí ningún poder si no te hubiera sido dado de arriba»(Jn).

En el proceso de Jesús hasta quienes estaban enfrentamos, terminan poniéndose de acuerdo para terminar con él. Los poderes judíos, buscan el entendimiento con el poder romano, y someterse a sus leyes. Es el chantaje a Pilatos “Si sueltas a este no eres amigo del César”(Jn 19,12). Los poderes religiosos se basan en sus afirmaciones sobre su Filiación Divina; y presionan a las autoridades romanas con el argumento de su declaración como rey. Esto para los romanos es una amenaza total. No puede haber más rey que el césar.

Jesús es un preso muy diferente. La privación de sus derechos. El sometimiento a la injusticia humana, no disminuye su libertad. No va a terminar cumplimiento ninguna condena, porque la sentencia, será la muerte.

Intentar trascender todo este complot humano, para descubrir el verdadero sentido de la muerte de Jesús, es la autentica invitación que nos hacen los evangelios. Jesús muere por amenazar el orden establecido, por nuestra humanidad limitada y pecadora, por la oposición al mundo de su tiempo, y para demostrar la limitación de la muerte ante la Vida que viene a traernos. Y es que los cristianos, no podemos quedarnos en el fin de la vida histórica de Jesús, porque si no llegamos a la Resurrección, como diría Pablo, vana sería nuestra fe.

La prisión de Jesús, es la puerta de salida a la Vida de un Dios con nosotros, que nos sigue acompañando hoy y siempre por los caminos de nuestra historia, por los momentos actuales de nuestra vida.

Mª Victoria Romero Hidalgo (18-01-2015) Colaboración para la revista «La voz del mako«, publicación periódica que realizan internos de la prisión de Albolote (Granada)

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