… Esa Niña, que tiene que ser Madre de Dios, ha sido formada y ha venido al mundo sin pecado, sin arrugas, sin sombra de mancha alguna, ni una motita de imperfección…

¡Oh, si hubiera muchas Niñas Marías…! Niñas, como fue María cuando era niña como lo sois vosotras ahora.

Niñas tan candorosas como María, tan inocentes como María, tan recogidas como María, tan honestas como María, tan modestas como María, tan delicadas como María, tan limpias como María, tan puras como María, tan devotas como María, tan humildes como María, tan obedientes como María, tan aplicadas como María, tan amantes de Jesús como María, tan sacrificadas, tan mortificadas, tan caritativas, tan generosas, tan… pero ¿qué estoy diciendo? Estoy deseando un imposible: pero no renuncio siquiera a una miniatura; sed pequeñas miniaturas, sed vosotras, mis amadas niñas, unas pequeñitas inmaculadas.

Antonio Amundarain (Tomado de Campanillas del maestro nº 8 Diciembre 1938)