La primera criatura en la mente divina es la Virgen Inmaculada. En los siglos eternos Dios venía recreándose en las bellezas de esta sublime Concepción. Y cuando su Omnipotencia hubo comenzado la obra de la creación, puso ante sus divinos ojos esta maravillosa visión, donde se encierran, como en el más acabado modelo, las más delicadas y exactas perfecciones, quo luego su poder infinito fue derramando en el universo. En Ella vio antes de crearlos, el amor abrasado del serafín, la pureza virginal del ángel, las exquisitas fragancias de la rosa y del lirio, los suaves matices de la primavera, las delicadas melodías del pajarillo, el dulce murmullo de las fuentes, la luz refulgente de los astros, la majestad inmensa de los mares y la nitidez y blancura de las montañas nevadas. La creación entera estaba en María; Dios tomó de ella un destello de sus perfecciones, y como gotas de rocío las derramó en los espacios. De Ella son los rayos del sol, el manto estrellado del firmamento, de Ella 1a inmensa alfombra de los fragantes jardines, y el elevado pedestal de los montes más altos; Ella en el Templo de Jerusalén es el pajarillo que canta alegre, y Ella en el Calvario el león que ruge cuando le han cogido los cachorros. La creación es un destello de María…
Venerable Antonio Amundarain, Lilium inter Spinas (Nov.Dic 1929)