MAGNIFICAT DESDE LOS MÁRGENES
Se alegra todo mi ser, Señor,
por lo que has hecho con nosotros.
Tienes el antojo de ponerte en nuestro camino
hecho rostro concreto: mujer, niño, joven de la calle…
Desde ahora, ¿cómo poder ser otra cosa que personas esperanzadas?
Tu corazón y tus entrañas de misericordia
se llenan de nombres,
hombres y mujeres conocidos
que no significan nada más
que cifras en informes del paro y los servicios sociales.
Pero tu misericordia, Señor,
se hace abrazo para los excluidos
y en tu corazón no hay periferias.
Despliegas tu debilidad.
La humanidad que resiste en la pobreza
desconcierta a los sabios y poderosos.
Compañero silencioso
en la precariedad de la lucha por la vida.
Eres escándalo para aquellos
que se resisten a acogerte
encarnado y débil.
A los pobres colmas de bienes,
porque sí, gratuitamente,
y “aunque aparentemente no pase nada”
con ellos vas escribiendo una historia paralela,
sumergida, un torrente de fiesta y pena,
de humanidad y destrozo, de cruz y de pascua
y porque Tú lo has querido,
sin nosotros merecerlo,
nos haces participar de este torrente
y ser testigos de que:
EL REINO HA SIDO REGALADO
A LOS PEQUEÑOS.
Sí, Señor, hoy se alegra todo nuestro ser.
¿Cómo poder ser otra cosa que personas esperanzadas?
Hoy nuestro espíritu se alegra en Dios nuestro Salvador.