MI MÚSICA ES PARA TI SEÑOR
Antonio Amundarain músico.
(Puedes descargar el artículo en documento ajunto al final)
“El arte es la belleza que toma cuerpo” cantamos en un Himno de Laudes.
El hombre participa de esta belleza porque ésta, está fuera de él, Dios es el origen de toda belleza.
Y cuando el hombre se acerca a ella, la interioriza, la hace suya; es cuando la expresa por medio de la escritura, de la pintura, de la escultura, del teatro, de la danza y en la música.
De todas ellas la música es la más sublime; en ella nos vamos a detener.
La música es la que más nos acerca al cielo. En el cielo los Ángeles cantaban, glorias y hosannas. Cuántas veces hemos proclamado en la liturgia: “con los Ángeles cantamos”. Frecuentemente, en la asamblea unidos “todos a un coro cantaban al Cordero”. Ya desde el Antiguo Testamento, el rey David cantaba salmos e himnos inspirados, acompañando al Arca de Yahvé y, en expresión del pueblo, cantar como los Ángeles, es el mejor piropo que alguien puede recibir.
Ante tales afirmaciones, quién puede discutir acerca de la sublimidad, la primacía de la música sobre todas las demás artes.
El amor a la música, la capacidad musical, hablan de una sensibilidad especial que nos acerca a lo divino. Aquí está D. Antonio Abundarían, cerca de lo divino, por pura gracia; de ahí su sensibilidad, su facilidad para relacionarse con lo celestial, con el cielo.
¿Quién no ha oído un canto, una pieza musical y ha sentido cómo su alma se ensancha, cómo se apodera de él una alegría, una paz extraña, diferente que le hace desear permanecer en ella?
D. Antonio tiene una especial inclinación hacia la música que le acompañará durante toda su vida. Ya de niño pertenecía al coro parroquial de Elduayen
Desde que comenzó sus estudios ya formaba parte de un coro. Gustaba de la música y se aplicaba en este arte. Al mismo tiempo este arte requiere de disciplina, conocimiento, actividades del alma que engrandece a la persona. Buscando siempre mejorar.
La alabanza divina requiere de toda nuestra atención y de una preparación exquisita.
La música recobra todo su esplendor cuando se dirige a alguien. Y D Antonio la dirigía hacia Dios.
“Los dos últimos años de carrera, ya interno en el seminario, se destaca en el orden, puntualidad, trabajo. Forma parte del grupo que, dirigido por D. Zacarías Vizcarra, profesor de griego, dedica diariamente media hora, robada del descanso o recreo, para instruirse en el modo de cantar bien.. El gusto por la música y por el esplendor del culto ha sido su motivación. “Antonio intervino en una solemne sesión de canto gregoriano con el canto del prefacio.
Antonio a las puertas ya de su sacerdocio, canta con entusiasmo y grandiosidad. Al mismo tiempo que el disfrutaba en este canto, trabajaba el aspecto musical en todos aquellos lugares donde ejercía su ministerio. Llegando a componer sus propias obras, que han quedado en el pueblo.
En la Enciclopedia Vasca se registran varias de las obras teatrales galardonadas en diferentes certámenes y que sirvieron de piezas de recreo para sus muchachos. Excelente e inspirado creador de melodías recreativas y religiosas, compositor y organista, ingeniosos animador de funciones y de veladas, movilizaba con especial simpatía a niños, jóvenes, y público en general.
En San Sebastián, la catequesis, los actos recreativos en las salas prestadas a la Parroquia eran muy habituales. Se le recuerda cariñoso, servicial con todos atendiendo la catequesis, formando un pequeño coro parroquial, con el que ensaya diversos cantos.
Ya en San Sebastián, era piadosa costumbre celebrar el Viacrucis los viernes de Cuaresma, como en todas las parroquias. Un viernes algo nuevo sorprende a los feligreses. D. Antonio dirige unos cantos preparados por él letra y música, que interpretan las catequistas. El sentido hondamente religioso y la singular expresión de la melodía conmueven.
Ya en Zumárraga, emprende el proyecto de construir junto a la parroquia un salón con fines religiosos, recreativos y culturales, no sin dificultades.
Sus conocimientos musicales, grandes dotes de inventiva de actos y piezas musicales le hicieron ganar repetidos galardones. Y todo ello le convertía en un joven coadjutor de grande vitalidad.
En la Alianza, Instituto Secular de vida consagrada que él fundó, mantenemos y seguimos cantando sus piezas musicales.
Permitirme que os cuente una experiencia personal.
Una de las señales que me ayudó a descubrir la vocación, fue escuchar el canto en las celebraciones litúrgica de las aliadas en mi centro. Era como quedarse a la puerta del cielo.
La música nos acerca a Dios, nos hace permanecer en un Aleluya continuo, sin otro interés que cantar a Dios por ser Dios, la música es la actividad más desinteresada del ser humano, la música nos une, nos hace hablar el mismo lenguaje y entendernos, nos pone en sintonía, nos hace olvidar nuestras diferencias, nos rinde ante el Otro, nos hace ponernos de rodillas ante Dios que supera toda capacidad.
Piezas musicales que conservamos de D. Antonio:
Cantos eucarísticos, nueve piezas en castellano y euskera.
Viacrucis , con sus siete estaciones que expresan con sentimiento el dolor.
Navidad, un villancico
Marianos, con dieciséis piezas, dedicadas a las advocaciones por donde él pasó, destacando a la Virgen del Coro
Su obra musical es de carácter gregoriano y están dedicados a los tres grandes temas que marcan su espiritualidad: La Eucaristía, La Pasión de Cristo y María la Virgen.
Todas las letras y partituras quedan recogidas en el libro “Cantos para orar” que editó la Alianza en 1985.
Encarnación Martín Arnedo (AJM)
Bibliografía: “Una vida marcada por la fe”, “Carisma y espiritualidad” y “Cantos para orar»