Obediencia Consagrada (41)
La obediencia y la santidad tienen un gran vínculo de unión.
«Lo contrario de la obediencia es la afirmación desordenada del yo, el egoísmo, el interés por uno mismo y la propia voluntad, que conduce al pecado. El pecado siempre es, por encima de todo, una desobediencia. Por eso dice San Pablo que «por la desobediencia de un solo hombre los muchos fueron constituidos pecadores» (Rom. 5,19). La sociedad cristiana es una sociedad reglada por la obediencia y vivificada por el amor a Dios y al prójimo»
(Roberto de Mattei, 2018)