Señor,
dame luz para ver con claridad lo que me conviene hacer,
dame sabiduría para distinguir lo efímero y lo necesario,
dame ternura para que todo me resulte agradable,
dame vigor para afrontar las dificultades y las dudas,
dame constancia para poner en orden mis sentimientos,
dame sensibilidad para detectar el bien en los demás,
dame un corazón agradecido para poder vivir con alegría,
dame serenidad para acoger todos con gozo,
dame capacidad de escucha y atención para aceptar comprender,
dame voluntad de dar cariño y manifestar satisfacción al recibirlo,
dame entusiasmo para vivir con un corazón abierto,
dame la gracia de sembrar ánimo en el encuentro con otros,
dame, Señor, tu Espíritu con esas semillas de tu vida.
Este domingo celebramos la fiesta de Pentecostés. Con ella terminamos el tiempo de Pascua y volvemos al llamado litúrgicamente Tiempo Ordinario. Pero para el que ha pasado «internamente» por la experiencia de la Pasión y la Pascua, ya nada puede tener de ordinario el día a día. Cada día es una nueva oportunidad de encuentro con Jesús Resucitado, que vive en el mundo, que trabaja junto a nosotros y con nosotros en hacer real el Reino de Dios.
En esta fiesta de Pentecostés recordamos que esta tarea que tenemos por delante de transformar el mundo, no es algo que dependa de mis fuerzas. Nada podré hacer si no me dejo primero transformar por el Espíritu Santo que recibo de Dios y que me habita. Si no dejo que sea él quien actúe a través de mí. Si no dejo que sea él mi fuerza y mi ánimo.
No es un trabajo fácil. Quizá hoy en pleno siglo XXI el asumir que algo no depende de mí sea una de las tareas que más nos cuesta. Asumir con humildad que no va a ser mi dedicación, mi trabajo o mi esfuerzo lo que cambien mi vida o el mundo. Que sólo si escucho y dejo actuar al Espíritu que Dios me envía estaré realmente ayudando a dar forma al Reino de Dios. Y sobre todo, será entonces cuando podré ser testimonio para otros de lo que significa ser cristiano y les podré transmitir la verdadera alegría que me llena.
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante a un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo”. (Hechos 2, 1-4)
Ángel Moreno de Buenafuente: La imagen de Cristo en la oración teresiana
VEN ESPIRITU
Ven, Espíritu de Sabiduría, de entendimiento, de ciencia, líbranos de nuestras cegueras y tinieblas, de nuestras dudas e indecisiones, de nuestros fanatismos y prejuicios. Llénanos de Tuy luz, gozosa luz, para que conozcamos la verdad, para que descubramos el misterio de la existencia. El misterio de cada persona y cada cosa, el misterio de Dios.
* Ven, Espíritu de fortaleza, para que venzamos nuestros miedos y debilidades, nuestros pesimismos y depresiones, nuestros apegos ataduras, nuestras parálisis y turbaciones. Cólmanos de tu santa audacia para que lleguemos a ser libres.
* Ven, Espíritu de piedad y santo temor, no nos dejes caer en autosuficiencia y el orgullo, en la ingratitud y el olvido, en falsos temores y escrúpulos, en desconfianzas y angustias, en las violencias y durezas de corazón. Danos un corazón humilde y misericordioso, benévolo y protector para lo pequeños.
* Ven, Espíritu de consejo, de prudencia, de tolerancia, de paciencia, ayúdanos a ser guía para el que dude, maestro para el que no sabe, sostén para el que vacila, estímulo para el inmaduro. Y enséñanos también a saber dudar, a dejarnos aconsejar, a pedir tu luz, a ser dócil a tus inspiraciones.
* Ven, Espíritu de consuelo, de gozo íntimo y alegría desbordante. Enjuga nuestras lágrimas, cura nuestras heridas, mitiga nuestros dolores, transforma nuestros sufrimientos y que sepamos llevar consuelo a los demás, transmitir a toda alegría y esperanza.
* Ven, Espíritu de amor, de ternura, de generosidad, de entrega. Haz arder nuestro corazón en tu santo fuego. Contágianos de tu misericordia. Tú, que eres Padre de los pobres, despójanos, haznos pobres para que sepamos amar. Tú, que eres comunión de Dios, pacifícanos para que vivamos la unidad. Dios-Amor, enséñanos a amar.
DECÁLOGO DE PENTECOSTÉS
1. PENTECOSTES es COMUNIDAD. El Espíritu Santo une lo que está resquebrajado; acerca lo que está distante. Siempre existen más motivos para la unión que para la dispersión. ¿Por qué no buscas más lo que adhiere y no separa?
2. PENTECOSTES es VIDA. El cielo, una vez más, abre sus puertas y –a través de ellas- desciende la voz de Dios, su fuerza y su poder. ¿Guardas silencio en y con tu vida?
3. PENTECOSTES es CONFIRMACION. El cristiano se siente acompañado y protegido por la mano del Señor. Siente que no está sólo, Alguien le sostiene. ¿Te dejas llevar frecuentemente por el puro y duro activismo?
4. PENTECOSTES es ALEGRIA. Frente a las dificultades, el Espíritu, nos hace ver el otro lado afable de la vida. No todo es tan negro como el mundo nos enseña. ¿Eres optimista o has plegado las alas de tu ilusión?
5. PENTECOSTES es VALENTIA. La cobardía, en el fondo, es fruto de la inseguridad. El Espíritu nos aporta certidumbre en el combate de la fe, fortalece los muros de nuestra personalidad cristiana. ¿Te preocupa algo en este momento?
6. PENTECOSTES es ECLESIALIDAD. El Espíritu Santo nos reúne con su carisma, nos habilita para el bien, para la comunión fraterna. Nos hace estar en permanente guardia frente aquellos que intentan dividirnos. ¿Cómo ves a la Iglesia? ¿La amas de verdad?
7. PENTECOSTES es APERTURA. El Espíritu Santo nos guía por los caminos que conducen hacia Cristo. Abrirse al Espíritu es sentir curiosidad por las cosas de Dios, por la vida del Hijo, en la Gloria del Espíritu Santo. ¿Te acercas con frecuencia a la lectura de la Palabra de Dios?
8. PENTECOSTES es INTREPIDEZ. El Espíritu Santo nos capacita para dar testimonio de nuestra fe. Nos llama a la perfección, a la audacia y a la insistencia evangelizadora. ¿Estás comprometido en algún movimiento o tarea eclesial?
9. PENTECOSTES es DINAMISMO. El Espíritu Santo nos instala en los caminos de la vida. Es necesario que la Buena Noticia sea conocida, proclamada, vivida y escuchada. ¿Encontrará el Señor mensajeros de sus Palabras?
10. PENTECOSTES es MISION. El Espíritu Santo hace que nos interroguemos ¿Qué puedo hacer yo por Cristo? ¿Qué hago yo en su Iglesia? ¿Soy positivo en mi comunidad?