Los cristianos desde los primeros tiempos encendemos velas en el momento de la oración, para recordar que el primer acto creador de la historia fue separar la luz de las tinieblas.
«Dios Dijo: Que exista la luz. Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena.» (Gn 1, 3)
Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12).
Mediante el simbolismo de las velas conectamos el primer acto creador de Dios al principio de los tiempos, con Jesús como Palabra emanada del Padre de una vez para siempre.
Que cuando uses velas en tu oración, o veas que se usan en la Misa a la que asistas, pienses en este simbolismo para enriquecer tu participación en la liturgia de la Iglesia, para actualizar con el sencillo gesto de encender unas velas el poder creador de Dios sobre nosotros.