Esta oración, basada en el relato de Emaús, fue hecha por el Papa Benedicto XVI, en la clausura de su visita a Brasil, en el santuario de Nuestra Señora de Aparecida.
«Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre
hayamos sabido reconocerte.
Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua.
Estamos cansados del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección.
Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica
surgen las nieblas de la duda, del cansancio o de la dificultad:
Tú, que eres la Verdad misma como revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la belleza de creer en ti.
Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú que eres la Vida quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la vida desde su concepción hasta su término natural.
Quédate, Señor, con aquellos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad.
Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, protégelos de tantas insidias
que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas.
¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos.
¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!”