Semillas para Pentecostés

3 Jun, 2011 | Escritos de D. Antonio Amundarain

Mi reino está dentro de vosotros
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* El reino de Jesús lo hemos de traer nosotros, y nosotros no traeremos el reino de Jesús si no estamos llenos del Espíritu Santo, que procede de Él y del Padre, para lo cual hemos de pasar todos por un fervoroso Pentecostés.

Unión y acción en su Verdad y en su Espíritu

* El don del Espíritu Santo se comunica con maravillosa profusión en estos tiempos de tanta oscuridad y confusión en que vivimos.

* Vivir de Jesús, vivir de su vida divina, por la gracia y la gloria en el Espíritu Santo, he ahí la vida sobrenatural.

* Nuestra suprema aspiración debe ser la más perfecta unión con Jesús y la participación fecunda de su vida y su amor con la gracia del Espíritu Santo y, al mismo tiempo, la formación de la más acabada imagen suya en el alma.

* El don de Dios es la vida interior, que no se siente si no se vive, y no se vive si uno no se recoge. El don de Dios es la gracia divina que vivifica el alma. El don de Dios es la infusión del divino Espíritu. El don de Dios es el fuego interior que, como un sol resplandeciente, cae sobre el entendimiento, al que ilustra y capacita para ver y comprender las cosas divinas.

* Orad como sepáis orar, y con el saber y con el sabor que el Espíritu Santo os comunicará siempre que os recojáis con humildad y sencillez.

Consigna: Intensa espiritualidad. Orad, pero al modo que el Espíritu Santo sople y guíe a cada cual. Amplitud y libertad.

Sacrificio único y sacramento de comunión

Que el Espíritu Santo que mora en nosotros nos guíe siempre al templo; que el don de su luz nos ilumine para que tengamos la dicha de ver, de reconocer y de penetrar el gran misterio del altar; que su plena posesión nos extasíe; que el exceso de su gozo haga estallar de amor nuestro corazón.

Seleccionó Manoli Rojo (AJM)

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