Sobre la Misericordia. (Tomado de los escritos del Venerable Antonio Amundarain)
* El bálsamo de la misericordia ha de traernos la paz.
* El triunfo del bien, de la verdad y de la ley, que esperamos de la divina misericordia, nos obliga a su perfección y culminación en cada uno de nosotros.
* Yo soy un pecador, y cada uno de mis pecados ha terminado encontrándose siempre con la misericordia de Dios, sin la cual yo no hubiera hallado el perdón ni la restauración de la vida en mi propia alma.
* El pecado es la raíz y fuente de todas las miserias humanas, y estas miserias y la raíz de ellas encuentran su remedio en la misericordia divina. Dios es fuente de misericordia
* Dios ha sido y es misericordioso conmigo. Cuando mis iniquidades me cubrieron de miseria, la misericordia divina me ha cubierto de gracia. Eso me obliga a ser yo misericordioso con los demás.
* Señor, el remedio de mis continuas miserias habrá de ser siempre vuestra misericordia.
* Sé misericordioso, porque tú mismo lo necesitas a cada momento.
* Reconoce tus miserias cotidianas, y verás que a cada instante Dios ha de ser misericordioso contigo. Pon tú buena medida, porque con tu propia medida te medirá el Señor.
* Los que hicieron misericordia alcanzarán misericordia de Dios.
* Yo soy una maravilla de la divina misericordia. El ser que tengo es un don de la munificencia misericordiosa de Dios, que, dejando a otros posibles seres en su nada, se acercó a mí y me incluyó entre sus obras predilectas. Por la gracia, por la misericordia de Dios, soy lo que soy.
* La creación entera es obra de su misericordia y de su bondad. Con todo, su misericordia comenzó a desbordarse y desplegarse en la tierra cuando la miseria hizo su aparición en medio del mundo. El pecado trajo al mundo la miseria y el pecado atrajo también al hombre la misericordia de Dios.
* La tierra no estaría hoy en pie si la misericordia de Dios no la sostuviera. A la misericordia de Dios se lo debemos todo. Las más estupendas obras de Dios son obras de misericordia. El amor misericordioso actúa incesantemente sobre el corazón de la humanidad infeliz.
* A la vez que miras tu miseria, mira también lo grande que es la misericordia y la bondad de Dios, y despierta en ti la confianza para pedir.
* Seamos optimistas. Frente a un mundo de prevaricaciones se levanta hoy –en expresión de Pío XII- otro mundo de expiación y de reparación. Mucho, muchísimo se llora y se ama y hay sacrificios, heroísmos, amores que conmueven las entrañas de misericordia y de amor de Dios.
* ¿No has escuchado alguna vez la voz dulcísima de Jesús que te decía: Quiero? Quiero misericordia para el pobre corazón humano, es el anhelo que resuena en la soledad de los templos y en el silencio de los sagrarios. Te dice: Quiero curarte, quiero purificarte, quiero encenderte, quiero santificarte, quiero salvarte, quiero regalarte en el festín de las bodas eternas del cielo.
* Señor, amas la misericordia y la ejercitas con las miserias del hombre caído. Tu justicia siempre aparece vestida con el manto de la misericordia. Tu Evangelio, desde el principio hasta el fin, es la revelación auténtica de tu misericordia.
* Jesús es el Hijo del hombre, el salvador, el redentor y restaurador del género humano: con todos sus amores y misericordias, con sus gracias y sus perdones, con sus sudores, lágrimas y sangre, con sus angustias y dolores de muerte y con la gloria de su resurrección, con sus locuras de amor en el cenáculo, sus ternuras de amigo en Betania, su celo en el templo, su caridad con los enfermos, su misericordia con los pecadores y con sus caricias a los niños.
* Jesús fue manso y humilde con los pobres, a quienes siempre hizo bien. Fue manso y humilde con los pecadores, a quienes siempre recibió con piedad y misericordia; manso y humilde hasta con los mismos enemigos, con quienes siempre fue delicado, sin ser nunca, por eso, condescendiente y transigente.
* El ejemplo de Jesús nos ha de mover a ser misericordiosos. Todos los días de su vida mortal son una constante revelación de su misericordia.
* Jesús muere enseñando un Corazón roto, símbolo sublime de la misericordia y del amor. Entre los resplandores gloriosísismos de la resurrección brilla aún más, si cabe, la misericordia de Jesús buscando con ternura a sus ovejas desperdigadas.
* La cruz son dos brazos extendidos, cuyos extremos juntan el cielo con la tierra para llevar las miserias de acá y traer las misericordias de allá.
* Que esté nuestro pensamiento en Dios, nuestros afectos en Jesús. Tengamos vivo el recuerdo de sus misericordias y de sus amores. Actuémonos en su presencia; caminemos en su dulce compañía; renovemos su recuerdo, su intimidad, su vida en nuestra alma.
* La fe en el divino Nazareno los llevaba a Él; la fe los hacía gritar: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. Es decir, querían curarse y creían que Jesús podía curarlos.
* Confía, por muchas miserias que hayas tenido en el curso largo o corto de tu vida, porque infinitamente mayor es la misericordia de Jesús.
* El sagrario y el confesonario son dos misteriosas moradas de Cristo; allí, real y personalmente; aquí, en la persona de su «alter ego», el sacerdote. En ambos se desborda el divino Corazón; allí en torrentes de amor, aquí en torrentes de misericordia, y allí y aquí, de gracia, salud, vida, luz, calor, fuerza.
* Oremos no sólo pidiendo, sino dando; dando las gracias por todo lo que hemos recibido y ha recibido el mundo. Oremos con acción de gracias, recordando las misericordias que Dios ha tenido con nosotros en el decurso de nuestros días.
* Confía, porque la misericordia de Dios es manifiesta en ti; pero trabaja incesantemente en ser fiel, esfuérzate en la medida de todas tus fuerzas. Sé generoso con Jesús, ya que Él lo es contigo infinitamente.
* Dios, que es amor, es propenso a la misericordia, la cual no hubiera sido tan conocida en el mundo a no haber en él miserias que remediar
* Con «mirada sencilla de fe» puede el alma mirar y contemplar a su Dios, sin necesidad de discursos y esfuerzos violentos, en su omnipotencia, bondad, misericordia, en su amor, en su hermosura; como también puede mirarse en su humilde contraste a sí misma, en su propia pequeñez, miseria, impotencia, fragilidad…
* Pongamos con preferencia especial nuestros afanes y todo el caudal de nuestros talentos en despertar y promover en los hombres que, por la misericordia de Dios, viven en su gracia y amistad, más hambre de vida espiritual, de perfección, de amor y de santidad.
* Todo un Dios, con todo su poder, su grandeza, su sabiduría, su misericordia, su amor, sus sacrificios, sus méritos y santas obras está como reconcentrado en una pequeña hostia, que yo como para mi bien.
* Sabemos que si el mundo está en pie es porque hay en medio de él una víctima infinitamente santa que honra, glorifica y adora, con adoración y alabanza divinas, a la Majestad de Dios, que justamente reclama la adoración de toda la creación. Hay un Corazón inmolado para rendir incesante tributo de alabanza y acción de gracias, cumpliendo el deber de gratitud que hacia Dios tiene el hombre. Aunque son innumerables e inmensos los pecados del mundo, hay una propiciación infinita, una reparación y satisfacción inagotables. Esta hostia pacífica y pacificadora está continuamente implorando en nuestro favor la misericordia de Dios, que se abre con todos los tesoros de gracias, en la medida que el mundo la necesita para su actual redención.
* Si la cruz del Gólgota revela la misericordia de un Dios por el pecador, el misterio del sagrario revela el amor hacia aquel a quien la misericordia de la cruz ha otorgado el perdón.
* El mismo Hijo de Dios ha venido al mundo por María. En María se ha abrazado Dios con el hombre. Jesús es nuestro por María. De la misma manera, por María vamos todos a Jesús. Ella dio al Verbo de Dios nuestra naturaleza, nuestra carne, nuestra sangre. Por Ella el hombre se acerca a Dios; por Ella el pecador llega a la fuente de la misericordia; por Ella y en Ella el justo estrecha el lazo de sus francas y dulces intimidades con Jesús.
* La virginidad y el amor virginal atraen de un modo especial las miradas, las ternuras, las misericordias, los amores de Dios.
A. Amundarain
Seleccionó Manoli Rojo (AJM)