Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias.
(Sal 33)
» He perseguido sueños vanos,
he comprado tesoros vacíos.
He querido aprisionar amores
y he cerrado con llave mi hogar,
para que no lo invadan.
He vestido mis dudas con falsas certezas y he tratado de matar mis anhelos cerrando mis ojos, pero, al final vuelvo a estar desnudo y temblando, hasta que, al encontrarte, todo cambia.
Tu Evangelio es fuego que me enciende, llamada que me pone en camino,
tesoro por el que lo vendo todo y soy tan pobre y tan rico.
Tu palabra despierta la pasión.
Tu vida es lección que me enseña a vivir, a querer a saltar al vacío.
Contigo, los sueños son posibles, los tesoros infinitos, el amor eterno.
La puerta está abierta, y el hogar repleto, de momentos, de historias, de encuentros.
La fe arriesga, y el miedo calla.
Me visto de Ti, en mi debilidad tu fuerza, y todo encaja… »
( José Ma. Rodríguez Olaizola, SJ ).