La unidad es parte del anuncio de la Buena Noticia. Jesús pide unidad a todos los que creen en Él y todos los que por estos le conocen. Es Él el que da la unidad, ni nosotros, ni nuestros matices sobre el Evangelio, ni nuestras propuestas sesgadas de su Palabra o excentricidades culturales o por interpretaciones personales. Él da la unidad, la tenemos que descubrir y aceptar relativizando muchos de nuestros matices al vivir el seguimiento que Él nos pide. La unidad con Él y en Él, haciendo que ocupe el centro, y no tapándolo con ‘nuestras cosas’ ‘apellidos’ o ‘singularidades’ a veces hechas pequeños dogmas excluyentes… Él pide la unidad para evitar ‘exclusividades’ que nos hagan caer en ‘buenos y malos’ ‘dentro o fuera’ ‘de los míos o de los tuyos’. Tú, yo y aquel… somos de Cristo.