Contemplar hoy la cruz, el Árbol de la Vida, nos configura la mirada, el corazón y nuestro estilo de vida…

Bendita cruz que nos abre la mirada a tantas cruces  olvidadas en el horizonte,  dando impulso a nuestros pasos de «peregrinos de esperanza»

«La cruz…hoy altar consagrado con la sangre del Cordero divino, donde se inmola el sacrificio de un Dios que se consume, se deshace, casi se aniquila de dolor y de amor»

(Venerable Antonio Amundarain,  Lilium,33,XII,289)

En Viernes Santo sobran todas las palabras. Nos sitúa ante Jesús crucificado y muerto. Algo que no podremos explicar ni entender nunca. Si ayer no podíamos entender ver a Cristo de rodillas, lavando los pies a sus discípulos, hoy el Amor entregado en la Cruz, es imposible de descifrarlo. Solo queda el silencio y una actitud de adoración al que se entrega en la Cruz para la salvación del mundo. Él es quien entrega su vida, nadie se la puede quitar, Él la entrega voluntariamente. En su Pasión, Jesús dijo, y así debemos contemplarlos: Soy rey. Que reina en la vida de la Iglesia, en cada uno de nosotros, en todos los cristianos, en todas las personas. Que el Crucificado reine en nuestras vidas, con todas las consecuencias que esto puede tener.