Ap 14, 1–5
1 Y MIRÉ, y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes.
2 Y oí una voz del cielo como ruido de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno: y oí una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas:
3 Y cantaban como un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro animales, y de los ancianos: y ninguno podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil, los cuales fueron comprados de entre los de la tierra.
4 Estos son los que con mujeres no fueron contaminados; porque son vírgenes. Estos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero.
5 Y en sus bocas no ha sido hallado engaño; porque ellos son sin mácula delante del trono de Dios.
VIRGINIDAD/IDOLATRIA
Juan ha explicado que dos bestias (el paganismo y el Imperio romano) se enfrentan con el reino del Cordero sobre la historia (Ap 13, 9-16). Este está sobre el monte Sión con su pueblo que le prestó su adhesión y que constituye un pequeño Resto perdido en el mundo enteramente dominado por las dos bestias enemigas.
Este Resto se compone, sobre todo, de vírgenes (v. 4a, que no se lee en la lectura de hoy); Juan hablará también de mártires (cf. Ap 7, 14). Para él, la virginidad es lo contrario de la idolatría que es, efectivamente, presentada como una prostitución en el Antiguo Testamento. Los ciento cuarenta mil son vírgenes porque se negaron a adorar a la Bestia. La virginidad, como el martirio (Ap 7) es la característica del pueblo de Dios en la medida en que él rompe con el culto a los falsos dioses y a los poderes terrestres.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUÍA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VIII
MAROVA MADRID 1969.Pág 273